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EL NUDO ROJO

Luz Letts



1991

Técnica mixta sobre tela / 130 x 150 cm

Colección MICROMUSEO ("al fondo hay sitio")

abril

2015

Luz Letts
El nudo rojo
1991
Técnica mixta sobre tela / 130 x 150 cm
Colección MICROMUSEO
(“al fondo hay sitio”)

PREVIO

El 7 de abril del 2015 se inauguró,
en la Galería Germán Krüger Espantoso,
del Instituto Cultural Peruano Norteamericano del distrito limeño de Miraflores,
la exposición antológica de Luz Letts:
una de nuestras artífices más silenciosas,
y al mismo tiempo una de las más incisivas.
A su obra le he dedicado no menos de cuatro textos,
desde su primera, inquietante, muestra individual de 1991.
Reproduzco ahora ese escrito temprano,
culminante en la interpretación de unas de las dos obras
con que MICROMUSEO contribuye a esta recopilación histórica.
 


FANTASMAS
DE LA CLASE MEDIA

GUSTAVO BUNTINX

 

En el Perú quebrantado de nuestros tiempos [1991], toda imagen unilateral o totalizante se nos ofrece a primera vista como sospechosa. Sólo las posiciones extremas, de uno u otro lado, parecen capaces de generar discursos orgánicos. Para quienes no comparten esas convicciones, las figuras culturales que suelen predominar son las de la incertidumbre y el desconcierto, cuando no las de lo disgregado y descompuesto.

Eso que los sociólogos llaman anomia encuentra un correlato evidente en la actividad plástica del momento. A veces incluso en la formalidad misma de su lenguaje técnico: allí están los fragmentos reciclados de José Tola, o la pincelada dispersa y las aparentes texturas casi purulentas con que Moico Yaker construye sus mitos pictóricos diluyendo los históricos. Un naufragio ideológico materialmente expuesto.

Pero el éxito artístico de tales propuestas está en relación directa con su sinceridad. La entereza que le permite a sus autores expresar una crisis generalizada sin caer en “la indignidad de hablar en nombre de otros“ (Foucault, según Deleuze). Estos pintores asumen nuestras múltiples violencias en términos culturales que les son naturales y propios. Los de cierta pequeña-burguesía-ilustrada, con acceso tanto a las inquietudes de la plástica internacional como a las fatigas locales de una clase media en extinción económica que además se siente acosada por fuerzas obscuras e inexplicables, quizá incluso atávicas. Esa clase media de la que los artistas por cierto provienen, pero dentro de la que intentan diferenciarse sin perder los vínculos que estructuran su identidad.

Esta condición incierta es la que se encuentra de nuevo planteada por la primera muestra individual de Luz Letts en La Galería. Diez cuadros y varios dibujos que proponen una visión subjetiva de las tribulaciones burguesas. Subjetiva y compleja: en ella la empatía y la ironía se confunden, como en un cuento de Julio Ramón Ribeyro, aunque el sujeto social no sea exactamente el mismo.

El resultado es una imagen melancólica, lograda con insólita madurez artística. Desde el aspecto técnico, donde lo gráfico y lo pictórico se articulan y potencian sin fricciones innecesarias, hasta el manejo sofisticado de recursos que pasan por el ejemplo cercano de Yaker para acceder a un sentido más contemporáneo y universal del lenguaje plástico. Todo ello puesto con habilidad al servicio de un procesamiento sensible del cúmulo de ansiedades que hacen al núcleo de nuestra cultura mesocrática actual.

Las obras así resueltas se caracterizan por su densidad y sutileza, aun allí donde parecen más obvias. Como aquel personaje extendiendo los brazos hasta casi enchufar sus dedos en los tomacorrientes que recorren todo el perímetro de la tela: un marco prolijamente pintado dentro del cuadro para mejor poner en evidencia la puesta en escena de la que participa toda representación pictórica. Pero además un cerco eléctrico, en mucho relacionado a los que se erigen sobre los muros de nuestras zonas residenciales separándolas de los cinturones de pobreza, ese otro cerco tendido sobre las buenas conciencias. Las altas tensiones entre las que la vida cotidiana transcurre temiendo el contacto indebido, el corto circuito social. Una crucificción (post)moderna, el cruce/ficcional de nuestros miedos y acechanzas.
 

Luz Letts
Corriente alterna
1991
Técnica mixta sobre tela / 110 x 140 cm
Colección privada

Luz Letts
Sueños imposibles
1991
Técnica mixta sobre tela / 140 x 190 cm
Colección privada
(Fotografía de época, con defectos de origen)

Angustias parcialmente resumibles en las relaciones aún irresueltas con lo popular y lo andino. Así parecen revelarlo varias de las otras piezas expuestas. En Sueños imposibles, cuatro figuras ensombrecidas portan sobre sus ropas emblemas reiterados de los bienes que antes distinguían a nuestra clase media: tiempo libre, familia, casa propia, automóvil. Los mismos motivos se encuentran estilizados con rasgos prehispánicos en el gran reborde sobre el que Letts otra vez ubica las claves ocultas de la imagen central, su interioridad desplazada.

Este recurso, habitual en su trabajo, aquí resalta la volumetría de fardos funerarios sugerida por las siluetas principales cuando se las observa desde cierta distancia. El efecto culmina en la gama terrosa de los colores, inteligentemente escogidos y cuidadosamente trabajados. Pero tras la delicadeza formal asoma la perturbadora ambigüedad de lo que se retrata: ¿el “sueño imposible” de una modernidad andina o la “pesadilla real” del retorno de lo reprimido?

La ambivalencia es el signo recurrente de estas obras. A veces también ese desconcierto que para determinados sectores marca la época. Las declaraciones de la artista son bastante explícitas al respecto: “vivir en una ciudad como Lima nos hace equilibristas entre dos caras de una misma realidad, y es desde esta convivencia que surge una reflexión que intenta reunir el exterior y el interior, verdad o mentira, bien o mal, diálogo a solas: soliloquio”.
 

Luz Letts
Doble sentido
1991
Óleo sobre tela / 115 x 125 cm
Colección privada

Esta última palabra es la que da significativo título a la muestra, pero los nombres de los cuadros mismos ofrecen similar elocuencia: Mapa para errantes en algún caso, o incluso Doble sentido en aquella notable versión de un personaje que exhibe su perplejidad sobre un fondo de figuras diminutas y uniformes, pero aisladas y caminando hacia direcciones opuestas. En Danza ejecutiva una multitud de flechas sin norte preciso sirven de marco para la secuencia de actitudes retóricas en las que el “hombre de éxito” ensaya gestos de elocuencia, agobio, desdicha… El repertorio de poses a que se ve reducida cierta cultura burguesa.
 

Luz Letts
Levantamiento en el arenal
1991
Técnica mixta sobre tela
Díptico / 190 x 35 cm, cada panel
Colección privada
(Fotografía de época, con defectos de origen)

En ocasiones Letts ensaya una mirada sobre otros grupos sociales, pero siempre con la ambigüedad que le es propia. Como en aquel díptico cuyas sugerencias se multiplican desde las características de su formato —marcadamente vertical— hasta las connotaciones del título: Levantamiento en el arenal. ¿De una barriada más o de un orden nuevo?

¿Construcción o insurrección? Tal vez ambas cosas. Sin embargo, poco hay en estos cuadros de la épica revolucionaria frecuente en la plástica de los años setenta. Los puños cerrados de otrora ceden lugar a manos que se extienden abiertas hacia el cielo, místicas o implorantes, en un gesto que quizá sea de demanda, pero también de aflicción.

La aflicción de los que observan superpuesta a la de los observados: estas piezas son el registro de una mirada, no de una situación compartida. Más que hablarnos en nombre de los desposeídos, Letts pareciera interpretar los sentimientos encontrados que su omnipresencia genera. Apela para ello no al testimonio directo sino a la libre asociación de ideas, aceptando y potenciando la polisemia que esto genera. La variedad de sentidos no siempre deliberados pero no por ellos menos presentes y actuantes en la comunicación artística.

Una opción cargada. Lo demuestran los colchones y las esteras que insinúan mantos prehispánicos. O esos notables dibujos que despiertan evocaciones fuera del control premeditado de la artista. Como la proliferación de camas con las que intenta aludir a la tugurización en general, pero que buena parte del público asoció de inmediato con los catres típicos de las empleadas domésticas, para luego vincularlos con fragmentos de torres de alta tensión (¿derribadas?). Los fantasmas de la clase media.
 

Luz Letts
Sin título
1991
Carboncillo sobre papel / 30 x 35 cm
Colección privada
(Fotografía de época, con defectos de origen)

Cito con esa última frase a un agudo ensayo de Gonzalo Portocarrero, de especial pertinencia por los modos en que allí se incide sobre los procesos inconscientes que bullen tras toda representación imaginaria. Las de carácter onírico, por cierto, pero muy cerca a ellas las artísticas que responden a un proceso sensible autentico. Tanto en el momento de su producción como en el de la recepción que multiplica y completa su sentido.

Desde esa y otras perspectivas, la pieza culminante del conjunto es sin duda El nudo rojo. El nombre alude a la corbata que, suelta pero sugestivamente arrugada, cuelga del cuello de un profesional sin rostro y con percudida camisa blancuzca. A sus espaldas asoman siluetas ominosas mientras con las manos intenta dominar el largo exagerado de la tela que parece adquirir vida propia. Una prenda que es todo un distintivo de la clase media se convierte aquí en emblema patrio invertido, en bandera insurreccional, en símbolo fálico, en soga de verdugo…

También en un extraño lazo con el substrato mítico del país. Otra vez, para entender a plenitud lo “trascendente“ de la imagen central debemos desviar la mirada hacia la “periferia” decorativa que la encuadra: allí retazos de corbatas varias —asociables a textiles andinos prehispánicos o contemporáneos— aparecen atravesados por sugerencias ancestrales y ofídicas. Un contexto en el que la roja corbata mayor termina por evocar también la figura del amaru, esa serpiente andina anunciadora de cataclismos y pachakutis, el voltear del mundo, la inversión simétrica del orden dado.

La ambivalencia llevada a su dimensión más sobrecogedora.

Y el Perú visto como un inextricable nudo gordiano.

(Texto publicado en:
La República. Lima: 15 de setiembre de 1991
Ligeramente ampliado y corregido)
 

Detalle ofídico de El nudo rojo
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