Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Scroll to top

Top

SEMILLAS

(Resurrección)

Jaime Miranda Bambarén


CENTRO CULTURAL CONDE DUQUE
Madrid – España

EXPOSICIÓN (Curaduría: Gustavo Buntinx)

217

26 de febrero
24 de marzo
2019

EL DERRAME OVULAR<br>DE LA VIRGEN<br>(Ensayo curatorial)<br>Gustavo Buntinx


Gustavo Buntinx

El derrame ovular de la virgen

(Ensayo curatorial) (*)


Rescates de árboles depredados en la costa del Perú
para el proyecto Semillas
de Jaime Miranda Bambarén
2013
(Fotografía: Juan Manuel Olivera)

“En un mediodía de verano,
seguir con toda calma el perfil de una cordillera en el horizonte
o una rama que proyecta su sombra sobre quien la contempla,
hasta que el momento o la hora llegan a formar parte de su aparición,
esto significa respirar el aura de esas montañas,
de esa rama”

Walter Benjamin
Pequeña historia de la fotografía
1931
 

Esa rama está caída. Literal y figuradamente: la deforestación de la tierra lo es también de nuestra alma. Personal y colectiva.

Tiempos liminales, acaso terminales, para la condición humana. Martín Heidegger y Walter Benjamin ─el existencialista nazi, el judio mesiánico─ extrañamente hermanados por el opuesto complementario de sus premoniciones. El vaciamiento de la tierra, el obscurecimiento del mundo, la trituración del aura.

Pero atención a las iluminaciones póstumas del aura. A sus epifanías otras. Ulteriores, postreras, supérstites.

Resurrectas.

La respiración, la inspiración. Y sus expiraciones: también el arte renace en la agonía del arte, en sus luchas a muerte con la muerte misma.

Furtivas, casi alucinadas

Rescates de árboles depredados en la costa del Perú
para el proyecto Semillas
de Jaime Miranda Bambarén
2013
(Fotografía: Juan Manuel Olivera)

Como en las recolecciones desesperadas de los “huesos ocultos del bosque” que le permiten a Jaime Miranda Bambarén exhumar las raíces truncas de tantos árboles mutilados en las ciudades y en los campos de un Perú que ve su esplendor natural crecientemente depredado. Plantas centenarias, acaso sembradas durante el virreinato, o incluso “en tiempos de Pizarro”, como asegura uno de los lugareños que contribuyó a su rescate en las zonas de Cajamarca recorridas por los conquistadores. Historia y vida arrasadas de manera sistemática por nuestras modernizaciones fallidas, nuestra “modernidad” degradante.

Rescates de árboles depredados en la costa del Perú
para el proyecto Semillas
de Jaime Miranda Bambarén
2013
(Fotografía: Juan Manuel Olivera)

En el rescate de tales despojos Miranda propone, claro, una denuncia ecológica. Pero sobre todo un acto espiritual, resurreccional casi: otorgarle a esos restos profanados una dignidad simbólica, transfigurar aquel sembrío de muerte en imágenes sacras.

Íconos de toda tradición: la dispersa espiritualidad humana busca condensarse en esas esculturas sincréticas, que a veces Miranda devuelve a la naturaleza.

Algunas de ellas se ofrecen reconocibles en sus intenciones figurativas, con cierta insinuación budista.

O arcaica.

(Arr.) Escultura de Jaime Miranda Bambarén
devuelta a la naturaleza en las selvas del Perú
2011
Talla en madera rescatada de estoraque caído
60 cm (h), aprox.
(Fotografía: Lena Huber)
 
(Ab.) Jaime Miranda Bambarén
The Pillars of the Empire 
2011
Intervención escultórica en los maderos de los muelles abandonados de Londres
(Fotograma del video The Pillars of the Empire)

O arcaica: en trabajos de origen distinto, pero similar espíritu, anatomías primordiales asoman semitalladas entre las texturas de los maderos corroídos que sostuvieron a los muelles victorianos en el Este de Londres. Los pilares del Imperio ─The Pillars of the Empire es el título de la obra─ abandonados frente a lo que es hoy el gran centro financiero de Canary Wharf, la nueva “City”.

La capital del capitalismo, perturbada por este arte público y al mismo tiempo clandestino. La transformación totémica de los pilotes ruinosos que se sumergen y emergen ─“penan”, al decir del artífice─ entre las aguas movedizas del gran río. Las mareas impresionantes desde las que el Támesis fantasea otra vez ser el Ganges.

En esa deriva pulsional aquellos postes se erigen como dioses como ídolos como falos carcomidos.

Su otro título, tácito, bien podría ser Driftwood.

El maderamen a la deriva del naufragio occidental.

Y el ahogo de la condición humana.

Jaime Miranda Bambarén
 
(Arr.) The Pillars of the Empire
2015
Talla en madera de pino oregón: 221 x 24 x 36 cm
 
(Ab.) Virgo gestans (Virgen de la O) 
2013
Talla en madera de cedro: 60 x 20 x 24 cm
 
(Fotografía: Ernesto Carozzo)

Pero atención a la inversión de esa ruda imagen en otras obras del propio Miranda. Opuestas, pero complementarias, hasta en la propia técnica que las distingue. Como en el refinamiento y la incitante turgencia de cierta talla pulida para darle seducción y brillo a la preñez inmaculada de la Virgen.

María gravida, Virgo gestans: la Virgen de la O, la Virgen de la Esperanza.

Redonda. Rotunda. Cóncava y convexa.

Venus esteatopígica, pero cristiana. Desde ese flujo, pero con una transfiguración distinta, otras piezas de Miranda proponen abstracciones esotéricas. Como en el desborde sensorial de maderas agrietadas, a veces inmensas, que son esferas que son planetas que son Semillas. El poder seminal de lo simbólico.

Abalorios cósmicos de un rosario que se deshilvana y se reintegra.

El derrame ovular de la Virgen. La menstruación de María.

O los testículos de Cristo.

Jaime Miranda Bambarén
Semillas
2016
Talla en maderas recuperadas de árboles caídos: 145 cm / 150 cm (d.)
(Fotografía: Jaime Miranda Bambarén)

Una insinuación no blasfema sino devota.

Sin necesariamente proponérselo (semiosis cósmica), Miranda nos devuelve a las pulsiones religiosas más esenciales. Aquéllas que abiertamente se asocian a la libido en los cultos ancestrales. Y que en el Renacimiento adquieren expresión sublimada mediante la exaltación artística de los genitales de Jesús: la ostentatio genitalium, símbolo radiante de su humanación, de su encarnación plenamente humana, según las provocadoras tesis de Leo Steinberg.(1)

Símbolo también de otras elevaciones crísticas. Carnales, celestiales.

Así parece intuirlo el artífice, y transgeneralizarlo, al derivar la fecundidad fálica hacia lo femenino y lo matricial.

Un religare que es también el de la vida que se renueva.

“Una poética de la resurrección”, explica el propio Miranda, “en una torcida metabolización del proyecto estético católico y barroco”.(2)

El resultado es un arte mayor: su belleza definitiva no es tan sólo la de sus espléndidas formas, sino también la de las libres asociaciones y energías activadas en el entorno variable de sus emplazamientos.

Ante el frontis impresionante de una catedral (la Iglesia Matriz).

O en el paisaje perturbado del mar que se trastoca en puerto.

O en su integración insinuante con las edificaciones tradicionales del campo.

O en el contrapunto ríspido con la arquitectura comercial más lucida.

O en la fricción con la baldosa vulgar y el triste cemento, que en alguna exposición estas semillas quiebran.

En busca de la tierra.

De la Tierra.

Emplazamientos varios de las Semillas
de Jaime Miranda Bambarén:
Plaza Matriz de El Callao;
Galería Raúl Porras Barrenechea de la Municipalidad de Miraflores, Lima;
Casa Hacienda Moreyra, San Isidro, Lima;
Centro Comercial Miguel Dasso, San Isidro, Lima
2014 – 2016
(Fotografía: Sergio Fernández Majluf y Jaime Miranda Bambarén)

Pero, sin duda, es en el gran patio escenográfico del Centro Cultural Conde Duque de Madrid que este sembrío escultórico alcanza su germinación mayor. Una locación tanto más relevante por haberse construido como cuartel de las Guardias de Corps de la monarquía borbónica. Que perdió a América.

Solvit formidine terras ─“libera a la tierra del terror”─ era el lema de esas escoltas reales, y la frase perdura aún en los muros reconstruidos de la antigua guarnición. La densidad del espacio así marcado multiplica la de las Semillas que ahora lo infiltran. Y viceversa.

Incluso en términos estrictamente formales: resulta precioso el contraste logrado entre la sensual materialidad informe de las tallas y la severa geometría del entorno arquitectónico general. Una tensión exaltada por las rimas sutiles entre las redondeces orgánicas de los óvulos y las piedras perfectamente esféricas utilizadas como decoración solemne en el torreón mayestático que define la axialidad del edificio todo. Tales asociaciones entre natura y cultura se multiplican por la fenestración circular de los óculos que recorren las fachadas erigidas en torno al gran vacío central. Ahora penetrado por sentidos nuevos.

Por una nueva sensorialidad. Poética, política. Erótica: verter esta irrupción de muerte-trastocada-en-vida sobre aquel patio histórico de resguardos bélicos, humectar aquella plaza seca, será también una reparación.

Una fecundación, una inseminación: devolverle a la Madre Patria algo de su fertilidad perdida bajo los efectos desvitalizantes del capitalismo hedónico. El despoblamiento, la desruralización, el trance cultural y genético.

Una inseminación: son precisamente nueve las maderas pregnantes ─las nueve lunas─ en Conde Duque instaladas. Y es un espermatozoide insinuante el que con esos nueve óvulos ─nueve planetas─ se configura. Como en un sueño húmedo otro. Transgenésico. Primordial.

Resurreccional, incluso: algunos querrán ver en el deslizamiento de esas formas zigzagueantes un asomo del amaru, la mítica serpiente andina, anunciadora de trastocamientos cósmicos y terrenos. La inversión simétrica del orden dado, el retorno de los muertos.(3)

Crucial para ese efecto logrado es la selección de varias de las Semillas más densamente expresivas del centenar hasta ahora producido. La contundencia de esos volúmenes ─hasta 210 cm de diámetro, 3800 kg de peso─, pero sobre todo el carácter dramático de sus perforaciones y texturas, generará un contrapunto incisivo. Una tensión esencial, primordial, con el carácter altamente estructurado, escenográfico, del ambiente monumental. Y con su historia militar: son también proyectiles de la artillería antigua los que estás semillas nuevas parecieran sublimar. Transfigurar.

El espacio marcial se ve así rendido a la contemplación de ciertos cruciales sentidos ─sensoriales y conceptuales─ en la bullente redefinición actual del arte peruano.

En su dimensión más poética, pero también más pública.

Más espiritual.

(No hay gestualidad más política).

Postdata

Por un error involuntario, la muy breve sinopsis de este texto en el folleto que acompaña a la exposición de Conde Duque indica que todas las piezas allí incluidas fueron talladas en madera de eucaliptos de procedencia virreinal. Sin embargo, en el ensayo original aquí publicado la alusión exacta es al imaginario popular que identifica con esa época los ejemplos más desarrollados de aquella especie.

En realidad, la introducción sistemática del eucalipto en el Perú se inicia durante la etapa republicana del siglo XIX. Aún así, el tamaño descomunal de algunos de esos árboles hace pensar a Miranda Bambarén en la posibilidad de cierta verdad en esa tradición oral por él recogida. Al menos para casos excepcionales, como los que ofrecen su materia prima a las Semillas mayores, es posible fantasear un origen anterior a la Independencia. (Aunque no, claro, remontable hasta los tiempos de la Conquista, como con exageración evidente sostienen los campesinos entrevistados por el artífice).

El eucalipto es oriundo sobre todo de Australia y empezaría a ser estudiado en Europa recién a fines del siglo XVIII. Sin embargo, algunas variantes existieron además en otras regiones, como las de Filipinas, que fue también parte del imperio español. ¿Es imaginable un traslado de su simiente en los galeones de Manila, que periódicamente llevaban el comercio oriental a las costas americanas? Algunos de ellos se aproximaban incluso al Perú, pese al monopolio de ese mercado otorgado a los puertos de Nueva España (México).

El tema histórico es complejo. Pero su resolución exacta no afecta el sentido metafórico, poético, de la obra de Miranda Bambarén.

Emplazamiento de la Semilla de Jaime Miranda Bambarén
cerca al puerto de Ilo, Perú
2013
(Fotografía: Jaime Miranda Bambarén)
Notas

* Este texto comparte fragmentos con otros dos escritos de mi autoría, dedicados también a la obra de Jaime Miranda Bambarén:

  • Darśan. Expiraciones del arte / Atisbos del aura. Jaime Miranda 2007 – 2016. Lima: MICROMUSEO y Municipalidad de Miraflores, 2016. (Catálogo de la exposición de mismo nombre). Rep. en: /rutas/darsan/sinopsis.html
  • Sobre monumentos y vándalos. Batallas por la memoria de la guerra incivil y la neodictadura (1980 – 1992) en los espacios públicos de Lima. Conferencia presentada en: Triálogos ciudad y memoria: Monumento, poder, comunidad. ¿Cómo conmemoramos hoy? Barcelona: El Born Centro de Cultura y Memoria, 21 – 23 de noviembre del 2018.

1. Leo Steinberg. “The Sexuality of Christ in Renaissance Art and Modern Oblivion”. October, n. 25. Cambridge, Mass.: verano boreal, 1983. (Reeditado, con ampliaciones significativas en 1984 [Londres: Faber] y 1997 [Chicago University Press]).

Las revolucionarias interpretaciones de Steinberg han, por supuesto, generado controversia académica y algún escándalo. Al respecto, véase: Charles Hope. “Ostentatio Genitalium”. London Review of Books, vol. 6, n. 21. Londres: 15 de noviembre de 1984. pp. 19-20 (https://www.lrb.co.uk/v06/n21/charles-hope/ostentatio-genitalium). También: Frank Kermode. “Under the Loincloth”. London Review of Books, vol. 19, n. 7. Londres: 3 de abril de 1997. pp. 11-12 (https://www.lrb.co.uk/v19/n07/frank-kermode/under-the-loincloth)

2. Jaime Miranda Bambarén. “Entrevista escrita a Jaime Miranda Bambarén, de los alumnos de Historia del Arte de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Junio 27, 2017”: http://www.jaimemiranda.com/works/entrevista-universidad-nacional-mayor-de-san-marcos

A continuación el reordenamiento de las porciones de ese diálogo relacionadas a las Semillas:

“Todas mis Semillas se realizan mediante el rescate de los restos de eucaliptos depredados en las distintas geografías del Perú. Esos árboles caídos han resonado con la emoción de lo que quiero simbolizar.

Me interesa el eucalipto porque su madera es resistente a la intemperie pero también se agrieta, potenciando el sentido germinal de la superficie de las esferas. Además se puede encontrar esa especie en gran parte del Perú y me importa explorar diversos paisajes y territorios haciendo alusión a la diseminación e inseminación de la obra en la geografía y luego en la psique del espectador en la urbe.

Para el caso de las Semillas he viajado mucho por la sierra y selva buscando árboles caídos, encuentro en ese proceso y viaje una emoción que filmo y documento. Yo edito esa documentación y la vuelvo parte de lo que las Semillas finalmente son. Los objetos finales condensan y proyectan también el viaje. Estas elecciones de método tienen que ver con mi carácter en particular.

No tengo problema con internarme en la selva varias semanas en búsqueda del avión totemizado de Benigno Ramos, aquel chamán ecologista ahora desaparecido por las obscuras mafias de madereros ilegales. Estas historias me mueven y actúo. Salgo, buzco, y traigo el avión a Lima, por ejemplo. Cuando llegué al pequeño y ahora fantasmal caserío de Benigno y vi el avión militar siniestrado sobre su altar, como un objeto de poder chamánico, sentí que era lo más grandioso que jamás vi.

Las fotografías y videos del encuentro son mi tesoro y por seguridad están resguardadas en tres memorias externas en tres lugares distintos. Algún día las publicaré.

El uso de la madera tiene que ver con mi empatía hacia ese material. Brian Catling ─el Joseph Beuys británico, según Iain Sinclair─ me reveló en una conversación que, para él, en la escultura, la madera y el barro son la vida. El yeso, en cambio, es la muerte. Y, por lo tanto, el bronce es su resurrección. Rápidamente agregó, con un guiño de ojo y media sonrisa, que la resina y fibra de vidrio son el zombi de la escultura.

Yo exploro algunas variantes en esa tipología. Me llama la atención esa diferencia entre lo que está vivo y lo muerto y luego la idea de una poética de la resurrección ─en una torcida metabolización del proyecto estético católico y barroco.

3. El retorno de los muertos: el origen remoto de estas Semillas, a no olvidarlo, fue la destrucción ilegal del gran árbol erigido por Miranda Bambarén como monumento público en homenaje a los desplazados por la violencia grande de la guerra incivil peruana durante las terribles décadas de 1980 y 1990. Analizo esa historia ─y sus asociaciones con las Semillas─ en la conferencia citada (“Sobre monumentos y vándalos…”).

Semillas de Jaime Miranda Bambarén
en el taller y depósito del artífice
Carabayllo, Lima
2016
(Fotografía: Jaime Miranda Bambarén)

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

← Anterior
Siguiente →