MEMORIA DEL OLVIDO
Calle Tarata – 16 julio 1992
PARADERO HABANA
Laboraleatorio, Espacio de Arte, Miraflores / Lima – Perú
EXPOSICIÓN (Curaduría: Gustavo Buntinx)
16 de julio
16 de agosto
2008
PARTES DE GUERRA I<br>(Presentación)<br>Gustavo Buntinx
Gustavo Buntinx
PARTES DE GUERRA I
(Presentación)
Anamaría McCarthy
De la serie Memoria del olvido
1992 (impresa y expuesta por primera vez en 2008)
Fotografía sobre papel
Ésta es la primera de dos exposiciones críticamente articuladas entre sí, como trágicamente lo estuvieron las extremidades históricas a las que cada una de ellas se vincula: el coche bomba criminal detonado por Sendero Luminoso el 16 de julio de 1992 en la calle Tarata de Miraflores, como reacción aparente por la matanza de sus militantes en la cárcel de Canto Grande, ocurrida poco después del autogolpe de Estado del 5 de abril. Y la represalia también brutal llevada luego a cabo en la Universidad de la Cantuta por el Grupo Colina de los servicios de inteligencia del gobierno. La competencia de horrores.
El trauma de ambas desgracias ha dado lugar a complejos procesamientos culturales que logran, de manera impresionante, configurar la emoción dramática del momento. En atención a esa importancia, nuestra propuesta reúne y hace públicos materiales que, pese a los años transcurridos, se han mantenido mayormente inéditos. Una memoria del olvido, por utilizar la aguda frase con que Anamaría McCarthy presenta el testimonial doliente de su experiencia y la de su hermano Kevin en el atentado de Tarata. Como complemento de esa muestra inicial, en agosto del 2008 se exhibirá la documentación extensa de las intervenciones taumatúrgicas de Ricardo Wiesse en las fosas donde se pretendieron ocultar los cuerpos de los desaparecidos de La Cantuta.
Partes de guerra: el título genérico de estas exposiciones y de las publicaciones que las acompañan puede, sin duda, entenderse en su acepción figurada. Noticias desde el frente, crónicas de trinchera. Pero también en el sentido más literal e inmediato: símbolos fragmentados de nuestra historia hecha pedazos.
Símbolos fragmentarios: las dos muestras así planteadas prolongan en otro sentido, más específico y puntual, varias exhibiciones previas en las que el curador ensayó exploraciones amplias de las múltiples relaciones entre arte y violencia. Exposiciones como Mallki: la exhumación simbólica en el arte peruano (2002), Carne viva (2003) y País del mañana: utopía y ruina en la guerra civil peruana (2004), realizadas todas en el Centro Cultural de San Marcos. O Lo impuro y lo contaminado: pulsiones (neo)barrocas en las rutas de MICROMUSEO, presentada en la última Bienal de Valencia (2007).
Pero no hubo en ellas, ni la hay aquí, pretensión exhaustiva alguna, sino un avance más en el rescate sistematizado de aquella porción de nuestro arte que, desafiando todo riesgo y (auto)censura, optó por significar la emoción y el momento.
Léase, tras esta intención histórica, un homenaje crítico —por continuar.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]