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LO IMPURO Y LO CONTAMINADO [I]
Retornos críticos de la pintura (1997 – 2002)
CENTRO CULTURAL DE ESPAÑA
Santa Beatriz / Lima - Perú
EXPOSICIÓN (Curaduría: Gustavo Buntinx)
10 de abril
19 de mayo
2002
<span class='fa fa-star'> </span>Materialismo pictórico
Gustavo Buntinx
Lo impuro y lo contaminado [I]
I. Materialismo pictórico
(Ensayo curatorial)
Tarde, para variar, con la I Bienal Iberoamericana de Lima (1997) nos llegó cierta equivocada polémica que venía circulando por las periferias del circuito artístico internacional. El tema aparentaba ser la instalación, pero lo que tan emotivamente se discutía no eran las problemáticas propias del género sino la presunta amenaza que éste y toda línea experimental representaba para disciplinas más tradicionales. Entre ellas, principalmente, la pintura.
Se trataba, por supuesto, de un malentendido. Las alternativas que realmente importan en el arte se definen no en torno a técnicas sino a intensidades. A la ajustada (im)pertinencia de su articulación crítica. La pintura, por otro lado, nunca dejó de ser el hábito artístico predominante, una práctica consagrada e incluso elegante. Pero tras el lamento de algunos pintores asomaba el temor inconsciente de la inoperancia de esa condición, de esa convención, para intercambios más pertinentes y actuales. Harto sintomático al respecto ha sido el frecuente abandono de la pintura-estrictamente-tal por los artistas locales, sobre todo cuando se especula con una mirada internacional.
Otros, en cambio, agudamente incorporaron al lenguaje pictórico, incluso a su materialidad misma, las nuevas inquietudes y cuestionamientos. Y ése bien podría ser el hilo conductor del envío peruano a la III Bienal de Mercosur (2001) que esta muestra desarrolla y complejiza en coincidencia con la III Bienal Iberoamericana de Lima: los retornos críticos de la pintura.
La pintura efectivamente vuelve, pero con varias lecciones aprendidas. Sobre todo una lección alegórica, que sabe tanto de melancolías como de vocaciones sesgadamente festivas. Y también políticas: los estados alterados de este cuerpo plástico somatizan disputas y negociaciones de un cuerpo histórico aún más denso y vasto. El de una (post)modernidad marginal, atravesada de discontinuidades y fracturas.
El sustento precario de una condición pictórica distinta, frágil y dúctil al mismo tiempo, donde al viejo tema del valor se le superpone el de la valencia: la capacidad combinatoria de un género artístico —también de una cultura— en redefinición violenta. Una práctica de la pintura cuya fortuna reciente pareciera cifrarse en lo impuro y lo contaminado. Señas traumáticas de nuestra contemporaneidad convulsa. Y de sus coherencias escondidas.
La exposición así propuesta hurga por esas claves ocultas, entrelazando momentos de excepción en las distintas hibridaciones pictóricas que han extremado vitalmente a la pintura a lo largo de un lustro artístico marcado —entre tantas otras cosas— por la incipiente internacionalización de nuestra escena bajo los efectos de la Bienal de Lima. Precisamente para aguzar ese enfoque la selección incluye sólo obras de artistas jóvenes (menores de cuarenta años) o de jerarquización reciente en el circuito plástico. Y excluye (por el momento) desarrollos más estrictamente conceptuales.(1)
Subversiones pictóricas de la pintura podría ser el otro subtítulo actuante en esta muestra de registros plásticos perturbados —y en el mismo gesto reafirmados— desde sus propios términos. Valores retinianos (malgré Duchamp), cromatismo, pigmento… Visualidad y materia.
Un renovado materialismo pictórico que, en las manos correctas, ha servido de soporte para varios de los desarrollos más inteligentes y perturbadores de nuestra criticidad artística. Demasiados, en realidad, como para poder hacerles ahora plena justicia. El recorrido ensayado por este texto y su correlato expositivo demarca apenas algunas de esas zonas insospechadamente erógenas.
Y apenas las roza.
Notas
1. No habrá así lugar acá para ironías como las del Museo Hawai de Fernando Bryce. O las invisibles marinas “pintadas” con agua de mar por Alberto Casari. Et ceterae. Sin que esto implique, obviamente, un criterio valorativo sobre tales opciones, atendidas por mí en otras instancias.
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