DEUS ABSCONDITUS
Retrospectiva de Manuel Moncloa
GALERÍA GERMÁN KRÜGER ESPANTOSO
Instituto Cultural Peruano Norteamericano (ICPNA)
Miraflores / Lima – Perú
EXPOSICIÓN (Curaduría: Gustavo Buntinx)
26 de enero
04 de marzo
2012
EL DIOS ESCONDIDO<br>(Ensayo curatorial)<br>Gustavo Buntinx
Gustavo Buntinx
EL DIOS ESCONDIDO
(Ensayo curatorial)
Manuel Moncloa
La llamarada
ca. 2007
Óleo sobre tela / 99 x 118.5 cm
Colección particular, Lima
“El arte procede del misterio del hombre y el hombre procede del misterio de Dios.
Y ambos están inmersos en un profundo silencio.
Quiero ser ese silencio.
Aquí y ahora.
Lejos de las siniestras máquinas y sus estridencias de autómatas de lata”.
Manuel Moncloa, 1995
Una de nuestras MAYORES voces pictóricas es también una de las más CALLADAS. Desde 1980 la presencia de Manuel Moncloa en la escena peruana se ha mantenido esporádica y FURTIVA, pero suficiente para el trazado de una trayectoria singular y EXCÉNTRICA.
A recuperar las complejidades de esa VÍA CONTEMPLATIVA está abocada esta muestra, en la que las inquietudes de MICROMUSEO (“al fondo hay sitio”) recuperan la FRAGMENTADA y dispersa producción del pintor, articulándola a ejes de sentido formal y temático que establecen también una secuencia de ELEVACIONES y búsquedas.
Al igual que en la Divina Comedia de Dante (tema preciso de algunos de sus cuadros) esos desplazamientos artísticos son a la vez ESPIRITUALES. Desde la temprana (1980 – 1985) concentración en GEOMETRÍAS abstractas alusivas a una estructura de ritmos a veces prehispánicos, hasta la PULVERIZACIÓN del pigmento y de la materia en los insondables paisajes CÓSMICOS de los últimos años. Pasando por los entrecruzamientos de citas pictóricas diversas —incluso OPUESTAS— en la CULMINANTE serie Vox angelica (1994 – 1996).
Todo puesto siempre al servicio de la elucubración MÍSTICA. La de Moncloa es una vocación SOLITARIA marcada por el compromiso tanto con el REFINAMIENTO de las técnicas plásticas como con la PROFUNDIZACIÓN de los sentidos espirituales en la prodigiosa imaginería así concebida. “Forma” y “contenido” COLAPSAN sus especificidades dudosas para confluir en una búsqueda de aquel “DIOS OCULTO”, “DIOS ESCONDIDO”, cuya formulación latina —Deus absconditus— procuro resignificar como título para esta primera revisión sistemática de su obra. Y para la impresionante VERÓNICA sin rostro en una secuencia de cuadros que aquí se propone emblemática.
Cuadros paradójicos: la mixtificada etimología greco-latina de ese término (vera eikón) remite a la VERA EFIGIE de Jesús El Cristo, IMPRIMADA —no pintada— en el modesto paño con que una mujer piadosa enjuga su SANTA FAZ sufriente durante la sexta estación del VÍA CRUCIS hacia el Calvario. Una acheiropoiton, una imagen no creada por mano humana sino por IMPREGNACIÓN divina sobre el velo.
Francisco de Zurbarán
Verónica
ca. 1660
Óleo sobre tela / 104.3 x 84.5 cm
Museo de Bellas Artes de Bilbao
Manuel Moncloa
¿Agnus Dei?
1995
Óleo sobre tela / 180 x 150 cm
Colección particular, Malasia
Así la representa Francisco de Zurbarán (1598 – 1664) una decena de veces, citadas casi todas por Moncloa en su TRANSMUTACIÓN impresionante de 1995: un solo lienzo para nueve paños que alternan telas vacías pero esperanzadamente albas con otras luctuosas ostentando el cráneo mortuorio del cordero pascual. REDENCIÓN y SACRIFICIO. Como en el segundo cuadro (ca. 1997) en el que la Verónica central rima sus pliegues piadosos con los SENSUALES de las cortinas que se abren rojas para revelar el escenario de la meditación de los santos.
Manuel Moncloa.
Verónica (San Antelmo)
(d’après Zurbarán)
ca. 1997
Óleo sobre tela / Sin medidas disponibles
Colección particular, Lima
Una escena y un abismo. En la densidad TEOLÓGICA de casi todas estas Verónicas, el rostro de DIOS, la EMANACIÓN milagrosa de su semblanza sacra, se nos revela como una AUSENCIA.
Manuel Moncloa
Verónica (Deus absconditus)
(d’après Zurbarán)
2005 – 2006
Óleo sobre tela / 85 x 75 cm
Colección MICROMUSEO
(“al fondo hay sitio”)
Francisco de Zurbarán
La Santa Faz
ca. 1631
Óleo sobre tela / 70 x 51.5 cm
Nationalmuseum, Estocolmo
O más bien una presencia a ser siempre recreada, TRANSFIGURADA. De tantas múltiples maneras. Opuestas pero complementarias. Tras la dispersión aparente en la obra de Moncloa asoma una desafiante COMPLEJIDAD. Aunque poco visible y fragmentada, la suya es una PORTENTOSA creación artística, a contrapelo del RUIDO y de la FURIA de las últimas décadas del siglo XX, atravesadas en el Perú por la GUERRA y por la DICTADURA. Pero a contrapelo también de la liquidación HEDÓNICA de todo ese (melo)drama bajo la REVOLUCIÓN CAPITALISTA que desde el año 2000 nos envuelve.
Que nadie sea llamado a error: volver, ahora, a la pintura de Moncloa, es un gesto de nítida CRITICIDAD ante el derroche de goces superficiales que amenaza a ciertas franjas de una escena cultural en inminente riesgo de verse DEVORADA por las modas. Doblando la apuesta, esta retrospectiva HISTÓRICA procura al mismo tiempo una aproximación SENSIBLE a la radicalidad ÍNTIMA de las obras que la componen. Un acercamiento a la introspección y al RECOGIMIENTO espiritual implícitos en ellas. Casi una oda a la vida retirada (Fray Luis de León), pero también un comentario sutil, contemplativo, al GRAN RUIDO de nuestros tiempos.
El Gran Ruido, el GRAN DESORDEN, tan estentórea, tan estertóreamente proclamado desde las artes consumidas por el ESPECTÁCULO. Esas “estridencias de autómatas de lata” a las que vocaciones ALTERNAS como las de Manuel Moncloa ofrecen un CONTRAPUNTO incisivo.
Un arte que busca a DIOS.
Manuel Moncloa.
Dante y Virgilio
ca. 1994
Óleo sobre tela / 75 x 93 cm
Colección Manuel López, Lima
Manuel Moncloa
Paisaje de costa
ca. 1980
Óleo sobre tela / 64 x 85.5 cm
Colección José Carlos Revoredo, Lima
Geometrías
Una recurrente inclinación hacia las figuraciones abstractas atraviesa momentos diversos de la trayectoria de Moncloa. Desde sus inicios mismos, marcados por la disciplina pictórica de una geometría sensible que es a la vez una geometría espiritual, con ocasionales sugerencias prehispánicas.
Sugerencias también místicas, anunciadas ya desde el raro paisaje costeño aquí expuesto como un singular hallazgo: la más temprana de sus telas (ca. 1980), acaso la definitoria para su vocación pictórica, exhibe con precoz maestría una cierta lección aprendida en el entrecruzamiento de las meditaciones pictóricas de Tilsa Tsuchiya y Reynaldo Luza.
Casi la fantasía de un eslabón perdido entre ambos referentes. Técnicos e iconográficos, sin duda, pero sobre todo contemplativos.
Manuel Moncloa
Manto I
1983
Óleo sobre tela / 99.5 x 86 cm
Colección José Carlos Revoredo, Lima
Manuel Moncloa
Manto II
1983
Óleo sobre tela / 85 x 64 cm
Colección José Carlos Revoredo, Lima
Manuel Moncloa
Geometría
1989
Óleo sobre tela / 45 x 80 cm
Colección particular, Lima
Fragmento total
La de Moncloa es una producción agudamente sensible a la discontinuidad de nuestros tiempos fragmentados: Fragmento total fue el paradójico título de alguna exposición suya. Y en otras el pintor ordenaba sobre un mismo lienzo formas alusivas a épocas y estilos contrapuestos.
Esa aguda sensibilidad por lo disperso y simultáneo de nuestros tiempos se extremaba ya cuando en la agobiada Lima de 1989 Moncloa realiza una de sus intervenciones artísticas más pertinentes. Y menos comprendidas: bajo el escueto nombre de Pinturas, el artífice dispuso en esa segunda muestra individual una museografía desconcertante: cubrió de negro todas las paredes, que además se exhibían despojadas de cualquier iluminación u obra, salvo por el gran muro del fondo en el que el expositor desplegaba —como en un mosaico esquizofrénico— una veintena de cuadros de varia naturaleza: “geométricos”, “realistas”, “góticos”, “expresionistas”… El múltiple repertorio de una identidad artística segmentada.
Y recompuesta. Como en esta retrospectiva, que reconstruye ese gesto de postmodernidad pionera para luego articular recorridos sistemáticos de cada una de las desviaciones que configuran la constelación pictórica de Moncloa.
Mosaico de cuadros de imágenes y lenguajes diversos montado en la exposición Deus absconditus
en alusión al gesto análogo de Manuel Moncloa en su muestra individual de 1989,
realizada bajo el nombre general de Pinturas en la galería Fórum de Lima.
Manuel Moncloa
Inés I
1987
Óleo sobre tela
Colección particular, Lima
Manuel Moncloa
Cecilia y Bruno
1987
Óleo sobre tela / 48 x 38 cm
Colección particular, Lima
Introspecciones
Un paréntesis crucial en la trayectoria de Moncloa se ofrece en los enigmáticos bodegones y retratos de corte realista realizados entre 1987 y 1989, cuando nuestra violencia grande amagaba ya a la capital.
Ajenos a ese terror, en estos cuadros los personajes pierden la mirada en una lontananza que es sobre todo interior. Aunque en ocasiones esta introspección pareciera dirigirse hacia el afuera más amplio sugerido por un balcón o por una ventana, recurso que le permite a Moncloa introducir la significativa mediación del vidrio y del reflejo, de la cortina y del velo.
Ese velo es también la veladura que suele recubrir la obra del pintor con una exquisita factura, otra vez asociable en sus inicios al ejemplo pictórico de Tilsa Tsuchiya. Una inspiración luego sublimada mediante sucesivas reelaboraciones hacia lenguajes propios que se mantuvieron siempre fieles, sin embargo, a la complejidad de aquellas motivaciones tempranas.
Manuel Moncloa
Jorge
1987
Óleo sobre tela
Colección Jorge Román Manzur, Lima
Manuel Moncloa
Arqueológica II
1991
Óleo sobre tela / 90 x 120 cm
Colección particular, Lima
Apropiaciones
Tras la incomprensión de nuestra escena artística a la radicalidad post-moderna con que en 1989 Moncloa equiparaba cuadros de imágenes y lenguajes diversos, el artífice extrema su propuesta: en sus siguientes dos exposiciones (1991, 1992) la dispersión se integra a cada tela, no armonizando sino friccionando sobre un mismo soporte repertorios pre-renacentistas, post-impresionistas, clásicos, simbolistas… O sus propias creaciones anteriores: es interesante la relación entre cuadros “realistas” como Jorge (1987) y el notable pastiche “neoclásico” logrado en Arqueológicas II (1991).
Existe incluso una insólita cita a las sublimaciones pederastas de las fotografías de Lewis Caroll, entrecruzadas con referentes griegos y abstractos (Cástor y Pólux, 1991). Atención a la analogía posible, acaso inconsciente, entre esta última composición y la Melancolía I, el grabado enigmático de Albrecht Dürer: podría buscarse una asociación casi intuitiva entre la pose reflexiva de Alicia y la del ángel. O entre los sendos cuerpos a sus pies echados (el gemelo, el perro). Como hay además una relación probable en la interferencia compartida de geometrías alegóricas de un orden primordial.
Manuel Moncloa
Cástor y Pólux
1991
Díptico. Óleo sobre tela / 88.5 x 118.5 cm, cada panel
Colección particular, Lima
Lewis Carroll
Retrato de Alice Constance
9 de julio de 1864
Fotografía analógica sobre papel
Albrecht Dürer
Melancolía I
1514
Xilografía sobre papel / 31 x 26 cm
Un orden perdido pero latente. O viceversa. Atención también, en esta obra y en toda la serie, a la presencia reiterada del resto, del fragmento. “Una pintura muerta dentro de un espacio también muerto, alude a la no significación y a la erosión de formas y contenidos”, explicaba entonces Moncloa: “En los espacios más coloridos el falso carnaval cromático enmascara su propio vacío y revela una depresión subliminal”.
Pero esa depresión es también la contemplación melancólica de la ruina. O del Dios ausente.
Manuel Moncloa
Rosa mística
1991
Óleo sobre tela / 150 x 180 cm
Colección Marisa Guiulfo, Lima
Vox angelica
Entre 1994 y 1996 Moncloa deriva sus múltiples indagaciones pictóricas a la realización de la serie Vox angelica: una secuencia culminante de composiciones concebidas como la escenografía grandiosa para una rediviva tradición medieval, renacentista o barroca, pero tensionada por la inserción de elementos disonantes tomados de otros repertorios artísticos. Y puesta al servicio de la elucubración mística.
Esa especulación religiosa, sin embargo, se ve a su vez friccionada por el deleite pictórico en la descripción de volúmenes y pliegues: textiles, marmóreos, carnales. Siempre seductores, artificiosos siempre. No es un estatuto de autenticidad sensorial lo que así se plantea, sino su retoricidad inevitable.
Y su turbiedad: “caer en el abismo obscuro de la gorgona decapitada” escribía entonces Moncloa, “bañarme en la sangre caliente del toro de Mitra, ser exorcizado y vomitar verde, despeinarme entre las sucias plumas de un serafín licencioso, jugar yaxes con diez calaveras doradas y entonces recordar, que todo es vanidad, todo es vanidad”.
Omnia est vanitas.
Manuel Moncloa
Vanitas
1995
Óleo sobre tela / 85 x 130 cm
Colección particular, Lima
Manuel Moncloa
Nocturno
ca. 2007
Óleo sobre tela / 130 x 160 cm
Colección particular, Lima
Cosmos
Tras la portentosa acumulación de imágenes en la serie Vox angelica Moncloa asume un gesto radical de despojamiento iconográfico. Sus telas de los últimos quince años obliteran casi toda representación aparente para exaltar las manifestaciones puras de la materialidad plástica, que sin embargo son también las más trascendentes: el pigmento que se dispersa en mínimos golpes yuxtapuestos para sugerir astros, eclipses, firmamentos, nebulosas, paisajes siderales. Y una rosa mística desperdigada en el espacio.
Manuel Moncloa
Rosa cósmica II
2002
Óleo sobre tela / 60 x 70 cm
Colección particular, Lima
Manuel Moncloa
Rosa cósmica I
2002
Óleo sobre tela / 40 x 40 cm
Colección particular, Lima
Manuel Moncloa
Astro I
2003
Óleo sobre tela / 54.5 x 45 cm
Colección particular, Lima
Manuel Moncloa
Eclipse
2003
Óleo sobre tela / 85 x 75 cm
Colección del artífice, Lima
En el preámbulo de esas exploraciones se ubica la aparición decisiva del orouboros: la mítica serpiente que al morderse la cola configura un círculo esotérico pleno de connotaciones herméticas. Sugerencias resaltadas por el artífice al levitar ese símbolo del eterno retorno sobre la densa superficie de pinceladas cuyo fondo insinúa un drama cósmico.
El cosmos. Acaso Dios mismo.
Manuel Moncloa
Orouboros II
ca. 2003
Óleo sobre tela / 92 x 73 cm
Colección particular, Lima
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