ATAVÍOS
El travestismo culturalen la fotografía de Reynaldo Luza
CENTRO CULTURAL EL OLIVAR /
/ CENTRO CULTURAL PERUANO NORTEAMERICANO
Lima – Perú / Arequipa – Perú
EXPOSICIÓN (Curaduría: Gustavo Buntinx / Carlos García Montero Protzel)
2017 – 2018
<span class='fa fa-star'> </span>VI. "Andinas"
Gustavo Buntinx
Atavíos
VI. “Andinas”
(Ensayo curatorial)
Reynaldo Luza
Fantasía indígena,
probablemente en el pabellón del Perú
en la Feria Internacional de París
1937
Fotografía analógica
Archivo Reynaldo Luza
A mediados del siglo XX lo criollo y lo indígena podían todavía ser vistos como opuestos, pero también como complementarios. Una visión integral que sin duda anima el ideal aristocrático de cultura interiorizado en el ethos de la obra de Luza. Y exteriorizado por su pasión indumentaria.
A veces con una vocación nacional, incluso oficial, como cuando asume la dirección artística de los pabellones peruanos en las ferias de París en 1937 y de Nueva York en 1939. Es en la primera de éstas que fotografía jóvenes muchachas “blancas” para lucir llicllas y chullos y monteras indígenas. Con sensualidades que pueden también ser ominosas.
Reynaldo Luza
Fantasía indígena,
probablemente en el pabellón del Perú
en la Feria Internacional de París
1937
Fotografía analógica
Archivo Reynaldo Luza
(Modelo no identificada)
Reynaldo Luza
Fantasía indígena en la neocolonial Casa García Montero
Santa Beatriz, Lima
ca. 1945 – 1950
Fotografía analógica
Archivo Reynaldo Luza
(Modelo: Anita Gibson)
Años después Luza repetiría la experiencia en la casa García Montero, con pretensiones más alegóricas y estilizadas. La allí retratada con prendas de inspiración andina es precisamente Anita Gibson, en complemento interesante con los mencionados retratos de su hermana Doris ataviada de criolla, que el artífice realiza en el mismo lugar y probablemente en la misma ocasión.(1)
Reynaldo Luza
Las hermanas Anita (izq.) y Doris (der.) Gibson
con prendas
de inspiración indígena y criolla,
respectivamente,
en la neocolonial Casa García Montero
ca. 1945 – 1950
Fotografía analógica
Archivo Reynaldo Luza
Reynaldo Luza
Fantasía indígena
en el torreón del Hotel de Turistas de Arequipa
Década de 1940
Fotografía analógica
Archivo Reynaldo Luza
(Modelo: Nancy Gibson)
Acaso sea factible leer densidades adicionales a las del discurso de la moda en estas y otras tomas afines, incluso cuando fueron articuladas desde los códigos y publicaciones de la gran elegancia. Como en aquellas instantáneas de una joven visiblemente “blanca” luciendo trajes vistosamente “andinos” en el torreón del Hotel de Turistas de Arequipa, inaugurado en 1940 como parte de las conmemoraciones por el cuatricentenario de la fundación española de esa importante ciudad andina.
La locación era significativa. Su diseño, elaborado por Emilio Harth Terré y José Álvarez Calderón, procuraba otorgarle comodidades contemporáneas a una monumentalidad atravesada de sugerencias virreinales, con referencias además al llamado “mestizaje” del contexto edilicio regional. Los resultados motivaron entusiasmos elocuentes, como los de la revista especializada El Arquitecto Peruano: “tanto en la construcción, corno en el mobiliario”, valora una de sus varias publicaciones sobre ese edificio, “se ha buscado una adecuada combinación de motivos tradicionales […] inspirada en la historia, condiciones climatéricas, paisaje y demás ambientes de la ciudad del Misti”.(2)
Fotografía del torreón y fachada principal
del Hotel de Turistas de Arequipa
en la portada del nº 174
de la revista El Arquitecto Peruano,
correspondiente al mes de enero de 1952.
Vista actual del torreón y fachada principal
del antiguo Hotel de Turistas de Arequipa,
hoy Hotel Costa del Sol
Wyndham Arequipa
El efecto alcanzado era así el de “una antigua casona de hacienda”, erigida en el corazón de Selva Alegre, un flamante “barrio parque” concebido como espacio de expansión y mediación entre el casco antiguo y su celebrada campiña, que empezaba a transformase para dar cabida a la urbe nueva. Una modernidad que la arquitectura reviste —traviste— con los atributos de la tierra y de la tradición. Y la fotografía arropa con sus atavíos.
Esas máscaras, sin embargo, configuran una personalidad. Un carácter, una persona, en el sentido clásico del término. Con cierto elemento de gravedad que no alcanza a desdibujarse en la juventud y la actitud algo risueña de la modelo. Una gravitas acentuada por la gama de grises en que la diversidad de elementos se integran y fusionan. Aunque exista también una imagen a color que es insólita en la fotografía de Luza, lo cual introduce la posibilidad de una autoría distinta para esa instantánea específica, tal vez la de algún acompañante durante las tomas.(3)
¿Reynaldo Luza?
Fantasía indígena,
probablemente en el torreón del Hotel de Turistas de Arequipa
Década de 1940
Fotografía analógica
Archivo Reynaldo Luza
(Modelo: Nancy Gibson)
La identidad de la modelo es otra vez significativa: se trata de Nancy Gibson Lira de Romaña, prima de las aludidas Doris y Anita Gibson, pero además hija de Carlos Gibson Möller, rector de la Universidad de San Agustín en aquella ciudad y segundo vicepresidente de la república, bajo el primer gobierno del potentado Manuel Prado (1939 – 1945). El primer vicepresidente era entonces Rafael Larco Herrera, importante hacendado reconocido por sus obras de filantropía e inquietudes intelectuales.
Las libre asociaciones desatadas por esos nombres se prestan a interpretaciones múltiples, incluso encontradas. Desde ciertas perspectivas, ideológicas, estas imágenes podrían percibirse como un retrato interesado de clase. Una recuperación de lo subalterno para la autojustificación cultural de una hegemonía. Económica y social y racial y política.
Pero tal vez la realidad sensible —o estética— sea algo más densa.
Los lenguajes del arte se definen en su capacidad de articular la complejidad y la contradicción. Pocos como Reynaldo Luza supieron así plasmarlo, en una evolución de vida y de obra identificable menos con la apropiación que con el enraizamiento. Al menos en su planteamiento ideal, como lo sugiere su radicación definitiva en el Perú en 1950, tras treinta años de convivencias con la alta sociedad cosmopolita en los Estados Unidos y Europa. Un giro de vida que se expresaría con elocuencia en su producción pictórica y fotográfica, crecientemente ensimismada en las interioridades de nuestra geografía y cultura.(4) Hasta el punto de otorgarle un aire casi programático a esas instantáneas en las que el artífice aparece preparando su máquina fotográfica en alguna chacra de las mesetas que rodean al Misti, el gran nevado arequipeño.
¿Reynaldo Luza?
Reynaldo Luza preparando una toma fotográfica
en la campiña arequipeña,
al pie del Misti nevado
ca. 1940 – 1960
Fotografía analógica
Archivo Reynaldo Luza
Hay una sugestiva consonancia entre el perfil de aquella montaña y el del hogar campesino que en estas composiciones le hace eco. Una correspondencia, una pertenencia, insinuada también por las otras rimas logradas en el Hotel de Turistas: es sin duda deliberado el modo cómo las poses y las prendas de Nancy Gibson armonizan con las líneas sinuosas y angulares de los chapiteles que ese torreón “antiguo” pero moderno —neocolonial— deriva de la caprichosa —”mestiza”— tradición constructiva regional. Un mimetismo cultural asociado a lo terrígeno por la impresionante perspectiva de la campiña arequipeña, con su horizonte dominado por el volcán tutelar. En interesante coincidencia con las contemplaciones exaltadas también por El Arquitecto Peruano.(5)
Raza, cultura, arquitectura, reconciliadas por la naturaleza. Telúrica.
Y por la alta costura.
Popular.
Reynaldo Luza
Fantasía indígena,
probablemente en el torreón del Hotel de Turistas de Arequipa
Década de 1940
Fotografía analógica
Archivo Reynaldo Luza
(Modelo: Nancy Gibson)
Notas
1. Anita Gibson, por cierto, pareciera ser además una de las jóvenes retratadas frente al pabellón peruano de la Feria Internacional de París en 1937. En 1951 contrajo matrimonio con Conrad Marca-Relli, importante pintor de la Escuela de Nueva York y amigo cercano de Jackson Pollock. También ella incursionó en la plástica. Las pocas obras suyas que hasta el momento se conocen sugieren una experimentación con el arte povera que amerita ser investigada.
2. El Arquitecto Peruano 1941. Para una revisión histórica del programa de Hoteles de Turistas en el Perú, así como el sentido de sus desarrollos arquitectónicos en el tiempo, véase Martuccelli 2014.
3. Esta hipótesis podría verse reforzada por el hecho que en el Archivo Reynaldo Luza no se ha ubicado el negativo de esa fotografía a color. El único ejemplar que se conserva es una impresión deficiente y deteriorada, que aquí se ofrece con algunas mejoras digitales.
4. Para una mayor elaboración sobre este tema, véase mi ensayo más amplio sobre la fotografía de Luza (Buntinx 2016b).
5.”La Selva Alegre”, complementa un artículo anterior, “tiene el imponente y adecuado marco […de los nevados] el Misti, el Chachani y el Picchu-picchu, y desde su alta posición se domina la ciudad y también la hermosísima quebrada de Chilina, al fondo de la cual corre el río Chili. Un amplio malecón con piso de piedra y baranda de troncos rústicos bordea la Selva Alegre en todo el lindero, que permite gozar las perspectivas antes citada” (El Arquitecto Peruano 1940).[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]