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ATAVÍOS

El travestismo cultural

en la fotografía de Reynaldo Luza

CENTRO CULTURAL EL OLIVAR /
/ CENTRO CULTURAL PERUANO NORTEAMERICANO
Lima – Perú / Arequipa – Perú

EXPOSICIÓN (Curaduría: Gustavo Buntinx / Carlos García Montero Protzel)

205



2017 – 2018

<span class='fa fa-star'> </span>I. Raigal /<br>/ Cosmopolita


Gustavo Buntinx

Atavíos
I. Raigal / Cosmopolita

(Ensayo curatorial)


Reynaldo Luza
Fantasía indígena en la neocolonial Casa García Montero
Santa Beatriz, Lima
ca. 1945 – 1950
Fotografía analógica
Archivo Reynaldo Luza
(Modelo: Anita Gibson)

Es aún reciente el descubrimiento del portentoso fotógrafo que asomaba entre las muchas vidas creativas de Reynaldo Luza (1893 – 1978), más conocido por su refinado trabajo en la ilustración de modas y en la pintura. Y quedan todavía por investigarse varios de los aspectos distintivos de sus aportes a ese arte tecnológico. El que aquí nos interesa hurgar es su particular atención a las complejidades históricas, incluso filosóficas, de la vestimenta. En una diversidad que incluye también a sus modelos, cuyos rasgos sociales o raciales se exhiben a veces en deliberado contraste con las indumentarias que ostentan.

Este libro, y la exposición que lo motiva, proponen una reflexión específica sobre ese travestismo cultural: el contrapunto deliberado de trajes característicos que son exhibidos sobre cuerpos visiblemente ajenos a la tradición o la época identificadas con sus atuendos. Ropas que devienen ropajes. No una vestidura sino un lucimiento. Un “modo de expresión”, un “lenguaje”, “el ornato exterior del cuerpo”, para decirlo con la Real Academia Española.

No las identidades sino sus atavíos. La “compostura”, el “adorno” de los cuerpos (RAE). Una apropiación y un empoderamiento. También, y al mismo tiempo, una revelación de fragilidades. Que el travestismo cultural recupera como fortalezas.

Lo que mediante tales contrastes se busca expresar no son relaciones de identidad, sino de analogía y fricción. (También de ficción). Una estructura de lenguaje que en el Perú deriva de la particular estructura de sentimientos generada por nuestra historia de largos conflictos étnicos y mestizajes irresueltos.(1)

En el caso de Luza, sin embargo, esa emoción distinta, esa sensibilidad especial por la experiencia de lo otro, de la alteridad, libera asociaciones muy propias. Desde la evocación casi nostálgica de lo criollo perdido en el tiempo, hasta la incorporación de lo indígena actual pero distanciado por la cultura.

Reynaldo Luza
 
(Izq.) Fantasía criolla en casa tradicional de Arequipa
ca. 1945 – 1960
Fotografía analógica
Archivo Reynaldo Luza
 
(Der.) Fantasía exótica en las Islas Baleares
¿Década de 1930? ¿Década de 1950?
Fotografía analógica
Archivo Reynaldo Luza

Un romance con la diferencia que abarca también algunos reductos europeos de tradiciones anacrónicas en las que el artífice quiso proyectar sus propias evocaciones del Perú premoderno. Casi atemporal.

Lo que asoma en varias de esas instantáneas es cierta añoranza de una legendaria vida anterior; señorial y antigua. Ilusiones construidas. Pero no por ello menos auténticas en su necesidad ansiada.

Imágenes del deseo, atravesadas por la melancolía. Un orden social, oligárquico, se agotaba. Y de igual manera una cultura que en sus franjas más sofisticadas procuraba reinventarse identificando la aristocracia —la elegancia— del país también con las manifestaciones más complejas de lo popular y de lo oriundo. Para desde allí rearticularse, es verdad, con una marca propia, distintiva, en el alto mundo de la moda occidental. Pero esta frivolidad aparente era al mismo tiempo una filosofía, por remontarnos a una frase de Abraham Valdelomar, mentor de las iniciaciones artísticas de Reynaldo en la segunda década del siglo XX.(2)

Una comprensión estética de la moda como “el modo de una época”, una “secreta lógica” que asocia “el aspecto volandero del atavío” con lo más complejo y esencial del carácter histórico de un momento. Son los términos que, sin duda, captaron la atención de Luza en un notable artículo publicado a principios de 1935 por un referente para la historia del feminismo en el Perú, Angélica Palma: en un gesto revelador, el artífice recortó entonces esa nota para preservarla hasta su muerte.(3)

En ese sentido oculto del ropaje parecen hurgar las prácticas siempre renovadas de travestismo cultural en la fotografía de Reynaldo Luza. Pues lo que asoma incluso en su propósito de inserción internacional es, sobre todo, una voluntad urgida de no reprimir sino productivizar la diferencia. Las diferencias múltiples de las que en el Perú estamos compuestos.

Reynaldo Luza fue uno de los exponentes últimos —y mayores— de esa utopía paradójica. La de una identidad peruana hecha de contradicciones. Una tensión, también una sofisticación, que confronta y a la vez armoniza cuerpos y vestidos y épocas en apariencia inconexos. En analogía y fricción.

Atavíos que son atributos. No vestimentas sino la investidura de una libido cultural que es además política. El deseo de una modernidad propia. Una elegancia que es un mestizaje.

Raigal y cosmopolita.

Notas

1. Para una elaboración más puntual sobre estas estructuras de analogía y fricción, véase Buntinx 2011 [2009].

2. Valdelomar 1911 [1910].

3. Palma 1935. Interesa anotar que la autora era hija de Ricardo Palma, el creador legendario de las Tradiciones peruanas. El artículo aquí aludido fue publicado al conmemorarse los quinientos años de la fundación española de la ciudad de Lima. Lo acompañan cuatro dibujos, muy esquemáticos y sin indicación de autoría.

Reynaldo Luza
Fantasía criolla en la neocolonial casa García Montero,
Santa Beatriz, Lima
ca. 1945 – 1950
Fotografía analógica
Archivo Reynaldo Luza
(Modelo: Mercedes García Montero Luza)

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