¡Bajan en el Museo de Arte Moderno!
(De la carpeta Arte al paso)
1980
Serigrafía sobre papel / 69.5 x 100 cm
Colección MICROMUSEO ("al fondo hay sitio")
(Adquirida en el 2009 a Guillermo Orbegoso)
mayo
2024
Mariella Zevallos
(Huayco E.P.S.)
¡Bajan en el Museo de Arte Moderno!
mayo 1980
Serigrafía sobre papel / 69.5 x 100 cm
(De la carpeta Arte al paso)
(Fotografía: Daniel Giannoni)
Colección MICROMUSEO
(“al fondo hay sitio”)
(Adquirida en el 2009 a Guillermo Orbegoso,
para hacer posible su inclusión en la Trienal de Chile)
UNA MUSEALIDAD OTRA
GUSTAVO BUNTINX
In memoriam,
Luis Repetto Málaga
Por los designios astrales del calendario litúrgico, hoy, 18 de mayo, Día Internacional de los Museos, se conmemora en la religión cristiana la Fiesta del Pentecostés. La culminación de la Pascua: es con la iluminación de los Apóstoles por el Espíritu Santo que, para los creyentes, Cristo proyecta al mundo los desafíos de su Resurrección. Pero lo que desde una perspectiva artística mayor además interesa es la metáfora de un milagro también cultural: el don de lenguas.
Desde esa conjunción, pero sin alusión directa a ella, MICROMUSEO escoge como su Pieza del Mes a una imagen decisiva para ciertas transfiguraciones lingüísticas que definieron el umbral de los tránsitos hacia lo (post)moderno en el arte peruviano: “¡Bajan en el Museo de Arte Moderno!”, de Mariella Zevallos. Una obra en apariencia mínima, “apenas una serigrafía”, como alguien en algún momento me objetara. Una serigrafía apenas que, sin embargo, dio radical imagen a ciertos filos cortantes de la ruptura epocal encarnada en 1980 por el taller Huayco E.P.S.
Esta estampa se exhibió entonces en Arte al paso, la muestra fundacional realizada por ese colectivo en la Galería Fórum, con la participación de María Luy, Francisco Mariotti, Charo Noriega y Juan Javier Salazar, además de la propia Zevallos (en estricto orden alfabético y sin privilegios de género). Aunque contaron entonces con el agudo aval crítico de Mirko Lauer,1 la experiencia generó recepciones confusas en el público y un elocuente fracaso de ventas.
Para la escena local había algo demasiado chirriante y “achorado” —pop achorado, precisamente— en la totalidad de lo entonces expuesto. Pero muy particularmente en este grabado específico: aunque lo difundí en algunas conferencias, fue sólo siete años después, tras varios rechazos en diversos medios, que logré la publicación masiva de su imagen. En la víspera de otro Día Internacional de los Museos.2
El breve texto allí incluido resumía la interpretación ofrecida por una ponencia anterior en el Primer Encuentro de Museos Peruanos, organizado de manera heroica por Luis Repetto pese a la calamidad de aquellos tiempos. A continuación reproduzco, con cursivas, la versión reformulada en el fragmento pertinente de mi libro sobre la trayectoria total de Huayco E.P.S.:3
«Esta última opción resulta aún más explícita en el grabado de Zevallos, quien llanamente reproduce —sin reelaboraciones ni concesiones “artísticas”— una de las agresivas calcomanías publicitarias que solían entonces verse en los vehículos de transporte público. Es justamente el interior de un microbús el que aparece representado en la estampa, donde una joven de exuberante pelo naranja y brillosas botas negras hace salivar con su cortísima minifalda al chofer y los pasajeros que la miran con ojos desorbitados.
En la calcomanía original la limeñísima coqueta ruega —radio en mano— cerrar despacio la puerta para no interferir la audición de su emisora favorita (Radio Mar). En la serigrafía de Zevallos el mensaje publicitario es sustituido por un anuncio insólito: “¡Bajan en el Museo de Arte Moderno!”. La frase desconcierta no sólo por el curioso contexto en que es pronunciada sino además por la inexistencia absoluta de un museo de ese tipo en el Perú. (Nuestro gran vacío museal).4
El grabado sin duda resume la exigencia de una institucionalidad nueva que apoye las manifestaciones visuales contemporáneas. Pero esta demanda —consuetudinaria en el medio— implica aquí sobre todo un cuestionamiento crítico al circuito artístico existente y a la colonizada noción de lo moderno que allí predomina. Lo demuestran los personajes y el ambiente insólitamente vinculados por esta serigrafía a una musealidad que se les supondría ajena. Un contraste que se prolonga, de otra manera, en el morado predominante de la imagen, en alusión acaso al color del hábito del Señor de los Milagros cuyo culto identifica a la Lima tradicional.
Es esa convencional dialéctica entre tradición y modernidad la que el conjunto de estas imágenes [las expuestas en Arte al paso] perturba con tanta extremidad en su opción por un estilo que subvierte ambas categorías, pateando violentamente el tablero al incorporar las formas y contenidos de una modernidad popular que la migración va generando desde la capital y sus barriadas. Una (post)modernidad propia y nueva, tan transgresora de los modelos internacionales como de la tradición local. Transgresora incluso de cierta noción de vanguardia establecida desde modelos cosmopolitas y aquí subvertida desde la experiencia más inmediata de lo popular. “No formamos parte de una moda de vanguardia más”, Mariotti se preocupaba en precisar: “Tendemos hacia la integración con nuestra realidad. En el arte popular, el artista está integrado con su medio. Todavía se puede salvar aquí esta situación”.5
“Las obras de esta muestra”, abunda en otra entrevista, “tratan de reflejar la cultura que se le impone y obliga a consumir a nuestro pueblo. […] Queremos expresar los verdaderos contenidos que debe tener la plástica, salidos de las masas, de las experiencias cotidianas, del quehacer colectivo; queremos llegar a la masa, obtener de ella experiencias y participar con ellas en la búsqueda de auténticas formas culturales propias”.6
“Este Mariotti está cargado de optimismo”, comentaría el entrevistador. Pero lo que en realidad asomaba tras aquellas palabras era una intensidad histórica».
La intensidad de un horizonte que se creía, en 1980, todavía utópico. Y luego se demostraría catastrófico en sus devastadoras consecuencias fácticas.
Ilusiones que nos revelaron ilusos. El arte pervive, sin embargo: ante las traiciones inevitables de la política en tanto instrumento malsano de la ideología y sus certezas de engaño (“falsa conciencia”, Marx dixit), la poética nos redime al construirse desde la contradicción y la complejidad. Que es la materia vera de la que estamos hechos. Y sobre la que se fundamenta cualquier saber, toda sabiduría.
Tales paradojas nos devuelven a la Verdad, entendida también —platónicamente— como Belleza. Nueva: esta preciosa obra de Mariella Zevallos, hay que decirlo, ha sido una inspiración temprana para la fantasía de MICROMUSEO. Y esa libido subvertida del arte sobrevive en nuestro imaginario, más allá de cualquier desencanto. Al punto de provocar, décadas después, una recreación explícita, pero esta vez monumental, pictórica. Un homenaje, con apenas dos significativas modificaciones: el inexistente Museo de Arte Moderno proclamado en el original se trastroca aquí en el real pero inasible MICROMUSEO. Y la “pasajera” que así lo proclama, coqueta, es un autorretrato —modo historieta— de Susana Torres, “palanca” esencial de nuestro vehículo cultural.
Susana Torres
¡Bajan en el Museo de Arte Moderno!
2004
Acrílico sobre tela / 130 x 195 cm, aprox.
(“Palanca”, por cierto, es el nombre dado al copiloto del chofer en el argot de los transportistas. El compañero arriesgado, cuyo gritos y señalamientos, con el cuerpo con frecuencia semicolgado del estribo, son decisivos para las navegaciones accidentadas del microbús “pirata” en las procelosas aguas del tráfico limeño.
Y en el Mar de los Sargazos de nuestras vías —nuestras vidas— culturales.
Para sublimar tanto naufragio).
Notas
1. Mirko Lauer, “Arte al paso”, Lima, 1980. (Volante editado en fotocopia como acompañamiento de la exposición Arte al paso).
2. Gustavo Buntinx, “¡Bajan en el Museo de Arte Moderno!”, Unicornio, suplemento cultural de Cambio, Lima, 17 de mayo de 1987, s.p. El Encuentro de Museos Peruanos se realizó en mayo de 1986. Tres años después la ponencia fue publicada, pero con mutilaciones y erratas, en: Gustavo Buntinx, “Museo moderno / Museo alternativo”, Cuadernos de museología, nº 1, Lima, Museo de Arte Popular, Instituto Riva Agüero, diciembre de 1989, pp. 70-76. Su versión cabal se encuentra en: “Museotopías: tres textos utópicos sobre el vacío museal en el Perú”, Micromuseo, nº 0, Lima, abril del 2001, pp. 3-13.
Sobre los orígenes y la resignificación de la categoría “pop achorado“, véase: Gustavo Buntinx, “Estética de Proyección Social: el taller E.P.S. Huayco y la utopía socialista en el arte peruano”, en: Buntinx (ed.), E.P.S. Huayco. Documentos, Lima, Museo de Arte de Lima (MALI), Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA) y Centro Cultural de España (CCE), 2005, pp. [19]-161.
3. Gustavo Buntinx (ed.), E.P.S. Huayco. Documentos, op. cit., pp. 72-73.
4. En relación con esa categoría, véase: “Museotopías”, op. cit. También las dos exposiciones históricas que MICROMUSEO le ha dedicado:
/rutas/vacio-museal-i/
/rutas/vacio-museal-ii/
5. Luis Freire Sarria. “¿Es arte popular o ‘Pop Art’? La alfombra de latas de ‘Fórum’’”. El Diario de Marka. Lima: 18 de mayo de 1980. p. 19. (Comentario a la exposición Arte al paso y entrevista a los expositores).
6. Antonio Fernández Arce. “‘Arte al paso’ en Miraflores: viene del pueblo, va hacia el pueblo”. Expreso. Lima: 26 de mayo de 1980. (Comentario a la exposición Arte al paso y entrevista a los expositores).