30
2003
Óleo sobre tela / 150 x 220 cm
Colección MICROMUSEO ("al fondo hay sitio")
enero
2009
Christian Bendayán
30
2003
Óleo sobre tela / 150 x 220 cm
Colección MICROMUSEO
(“al fondo hay sitio”)
MEMENTO MORI
GUSTAVO BUNTINX
Al argumentar que el (neo)barroco es un horizonte cultural decisivo (no el único) para nuestros tiempos terminales, MICROMUSEO ha siempre distinguido sus por lo menos dos vertientes, en apariencia opuestas pero al final complementarias. Una de matriz erudita atravesada de referencias religiosas andinas, y otra que se estructura en torno a la visualidad desbordante de nuestra (post)modernidad popular, especialmente en su experiencia amazónica.
Ambas, en realidad, se articulan e interpenetran, con goces y dolores compartidos, aunque no siempre patentes. Entre las representaciones que lo ponen en incisiva evidencia está la identificación de la figura crística con la de enfermos marginales afectados por el VIH. En torno a ella Ángel Valdez y el proyecto A Imagen & Semejanza (AI&S) elaboraron el año pasado un ambicioso programa pictórico que se exhibe ahora con MICROMUSEO en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano (ICPNA) de Miraflores, en Lima.
Ángel Valdez
(Proyecto A Imagen & Semejanza – AI&S)
Vida / Pasión & Muerte I
2009
Acrílico sobre tela /
/ Políptico, dimensión total: 320 x 270 cm
Vida / Pasión & Muerte es el título de esa composición sobrecogedora, cuyo eje se ve dominado por la superposición de la agonía de Jesús a la del doliente actual. El centro simbólico de un despliegue portentoso que entremezcla referencias cosmopolitas y virreinales. Con sorpresivas pero elocuentes resonancias en el anterior (2003) cuadro de Christian Bendayán escogido ahora como nuestra Pieza del Mes.
Su particular título (30) en principio alude al visible número de la cama del hospital popular de Iquitos en el que expira, con resignación y espera, un paciente terminal de SIDA. Abandonado por todos pero acompañado por la proyección fantasmática del Sagrado Corazón de Jesús exhibiendo sus sugestivas llagas. La intensidad del drama —personal y religioso— logra curiosamente acentuarse en la textura suave de las pinceladas y el predominante color mentolado que acentúan el efecto cursi de los querubines asociados a esa iconografía sacra en ciertas estampas populares. Efectos que contaminan / iluminan a otro lienzo paralelo (29, 2003, ver reproducción al final de este texto) con la conmovedora imagen de una madre sosteniendo estoica a su hijo agonizante en el mismo establecimiento médico, en tanto cierta mariposa adorna como figura y como palabra la vestimenta que pronto será mortaja.
No es un dato menor el que las dos pinturas se basen en fotografías tomada por el propio Bendayán. Las alusiones numéricas en ambos títulos en realidad encriptan también una trama sentimental: las edades respectivas del artífice y su amada al momento de una crisis de pareja (atención al quiebre de los guarismos en la imagen de una de las placas que los contiene). Una ruptura y reconciliación que estos cuadros entrañables transliteran en clave edípica.
Y espiritual: esta pietá es al mismo tiempo un memento mori. Así lo susurra el punctum no deliberado —pero, por ello mismo, tanto más significativo— en la representación. Las válvulas que regulan el flujo de oxígeno y de vida al yacente se nos sugieren además como relojes, al exhibir por error un doble juego de agujas. Una equivocación inconsciente del pintor que es un acierto mayor del Sentido. La Semiosis Cósmica que refuerza en estos cuadros la carga religiosa.
Y (neo)barroca. Más allá de sus varias connotaciones adicionales —a ser exploradas en otro momento— estas telas nos insinúan las afinidades complejas que vinculan el derroche hedónico de nuestra pintura tecnotropical con la grave actitud de nuestros pintores más apocalípticos.
Signo de los tiempos.
