LAS TRES GRACIAS
(d’après Peter Paul Rubens)
2004
Óleo sobre tela / 170 x 130 cm
Colección MICROMUSEO ("al fondo hay sitio")
febrero
2009
Claudia Coca
Las Tres Gracias
(d’après Rubens)
2004
Óleo sobre tela / 170 x 130 cm
Colección MICROMUSEO
(“al fondo hay sitio”)
BROWN IS BEAUTIFUL
GUSTAVO BUNTINX
Se multiplican los comentarios sobre la exposición Tr33s al cubo, inaugurada el 27 de enero por MICROMUSEO y el proyecto A Imagen & Semejanza (AI&S) en la Sala Germán Krüger Espantoso del Instituto Cultural Peruano Norteamericano en el distrito limeño de Miraflores. Algunos de los señalmientos más intensos han sido también los menos públicos, planteados como reflexiones íntimas sobre el llamado misterio de la Sagrada Trinidad. Esta inquietud teológica es de hecho buscada por la muestra. Sin embargo, al mismo tiempo ella también propone una visión de los modos en que la estructura trinitaria trasciende los dogmas cristianos para manifestarse como una organización casi genéticamente determinada del sistema clasificatorio humano.
Ejemplos de ello abundan en tradiciones culturales diversas y en las prácticas simbólicas más dispersas, incluyendo emblemáticas políticas y ordenamientos académicos. Además de tantas imágenes en mitologías varias, siempre renovadas. Como la representación continua de las Tres Gracias helenas: en su origen símbolos de la Belleza (Aglaya), el Júbilo (Eufrósine) y las Festividades (Talía), luego transmutados para el despliegue simultáneo de los múltiples encantamientos en las poses carnales de la femineidad.
A ese registro sensual, sensorial, remiten con fuerza las varias interpretaciones del tema ensayadas por Peter Paul Rubens (1577 – 1640), durante los esplendores flamencos de la pintura barroca. Y la reelaboración incisiva que de una de esas versiones (1628 – 1630, ver la ilustración final) realiza en 2004 Claudia Coca (ver la ilustración primera), quizás la artífice peruana que con mayor insistencia ha trabajado el esquema trinitario. Siempre, sin embargo, por fuera de los planteamientos de AI&S, y con una agenda tan propia que deriva en la constante autorrepresentación de su persona tres veces reiterada para indagaciones que van de lo social a lo cultural con una proyección corpórea sostenida. Desde los muslos políticos que se dejan tempranamente entrever en el Congreso Nacional sometido por la dictadura de Vladimiro Montesino y Alberto Fujimori (Ciega, sordomuda, 1999). Hasta las rutilancias de pieles y atuendos en visiones exaltadas de la tecno-cumbia y de la (post)modernidad popular (Raza bella, 2002).
Claudia Coca
Ciega, sordomuda
1998 – 1999
Óleo sobre tela / 215 x 145 cm
Colección privada, Lima
Claudia Coca
Raza bella
2002
Óleo sobre tela / 200 x 140 cm
Colección privada, Lima
En el caso de Las tres Gracias (2004) el programa iconográfico es más específico y tal vez culminante. La pieza fue concebida para Peruvian Beauty: centro de estéticas, la exposición bipersonal que ella complicita con Susana Torres en la Sala Luis Miro Quesada Garland de la municipalidad del distrito limeño de Miraflores. Un contrapunto de travestismos donde la pintora “mestiza” se autorretrata siempre según modelos de estética occidental, en tanto que la artífice “blanca” lo hace de acuerdo a patrones de belleza nativa o morena. Torres se ofrece así como la Mama Huaco incaica dibujada en trance cosmético por Guaman Poma, mientras que Coca asume la exhibición desnuda del trío de voluptuosidades europeas.
Susana Torres
Mama Huaco (d’après Guaman Poma)
2004
Acrílico sobre tela / 170 x 130 cm
Colección MICROMUSEO
(“al fondo hay sitio”)
Brown is beautiful, podría ser el subtítulo del cuadro de Claudia, impresionante por la agudeza de sus sentidos político-culturales tanto como por la lubricidad de su notable factura pictórica. Su pincelada erótico-política.
Se trata, acaso, de una de las imágenes más incitantes del arte peruano. También una de las más críticas. Insinuaciones entrecruzadas en ese signo cutáneo de modernidad que es la presencia-por-ausencia de la escueta indumentaria de baño aquí evocada por las marcas indiciarias sobre los pechos y las nalgas. El recorte sugestivo de su piel solarmente intocada. Su piel no bronceada pero broncínea. Sin duda el punctum perturbador de la imagen entera.
No el único: atención reflexiva a la sensual atención también prestada por la autora al despliegue barroco de putti (angelillos) y ornamentos barrocos que le otorgan a la obra de Rubens una cualidad táctil de relieve casi escultórico. La potencia sexual de esa materialidad plástica se ve acentuada en el diseño compositivo de mujeres seductoramente entrelazadas por sus abrazos y sus miradas. En particular, la mirada aquella con que la tercera Gracia de Rubens provoca lánguidamente al espectador, en un gesto de entrega y espera que Coca convierte en afirmación y desafío.