MAÑANA MARTES 17 DE FEBRERO:
Visita guiada a "Tr3s al cubo"
AYER DOMINGO 15:
Segundo comentario de Élida Román
16 de febrero
2009
Álex Ángeles / Carlos Lamas / Ángel Valdez
Proyecto A Imagen y Semejanza
(AI&S)
Trinidad esférica
2004
Óleo y serigrafía sobre tela / 223 cm (d.)
(Colaboradores: Henry Jiménez / Manbil Saavedra)
Colección privada, Lima
MAÑANA MARTES 17 DE FEBRERO:
VISITA GUIADA A TR3S AL CUBO
AYER DOMINGO 15:
SEGUNDO COMENTARIO DE ÉLIDA ROMÁN
Continúa la secuencia de publicaciones sobre Tr3s al cubo,
la exposición organizada por MICROMUSEO y el proyecto A Imagen y Semejanza (AI&S)
Galería Germán Kruger Espantoso del Instituto Cultural Peruano Norteamericano
en el distrito limeño de Miraflores. El pasado jueves Luis Lama la considera en Caretas
la muestra más importante realizada hasta ahora en ese espacio.
Y anteayer Élida Román le dedica en El Comercio una segunda, reflexiva nota,
donde culmina su análisis sobre aspectos varios de esta experiencia múltiple.
A continuación reproducimos las dos partes de su comentario.
No sin antes recordar que hoy, martes 17, a las 18 horas, se realizará la segunda visita guiada
a la exposición, a cargo del curador (Gustavo Buntinx)
y del artífice principalmente responsable de su proyecto pictórico (Ángel Valdez).
TR3S AL CUBO
– I –
Para comenzar, es necesario indicar que ésta es una muestra de necesaria visita. Tanto por el despliegue pictórico surgido del proyecto A Imagen y Semejanza (AI&S), como por el planteo museológico desarrollado por MICROMUSEO, específicamente por su líder (chofer), Gustavo Buntinx, curador de la muestra y responsable de los textos que la acompañan.
A comienzos de este siglo, Ángel Valdez, en colaboración con Alfredo Márquez, crearon una gran pintura que es ya un hito en la evolución del arte local. Caja negra —presente en esta exposición— apareció como una extraña, caótica, alucinada y vibrante reunión de signos emblemáticos del tiempo, la historia y sus circunstancias más duras, en un intento de inventario de las iconografías que representaban no solo momentos específicos, sino que encarnaban con vigor sufrimientos, frustraciones, desgarros y formas de poder y opresión, en un aquelarre visual de abrumador barroquismo, que partía, precisamente, de una importante y difundida obra del arte colonial, representando la trinidad católica a través de tres figuras iguales. Del estilo barroco del pasado a la apropiación para la imagen contemporánea, fusionada con imágenes tomadas de los medios masivos y también participando algunas iconografías precolombinas que marcaban la geografía cultural. Imágenes fieles, no distorsionadas, solo ubicadas dentro de la enorme composición, alcanzando tensión y ritmos propios en un resultado coral.
A partir de allí, el AI&S se convirtió en una matriz de trabajo, interviniendo varios artistas en distintos momentos y produciendo obras acordes con la idea original, aportando ideas y rasgos personales pero fusionándose en el propósito respetado. La presencia constante fue la del autor original, Valdez, quien ahora presenta pinturas de su autoría, donde los grandes temas que afligen al hombre de hoy son representados, en una suerte de trasvestismo iconográfico, en obras de gran aliento, en que el origen de la pintura religiosa colonial sigue presente.
La culminación está en los tres políticos que integran la serie Vida / Pasión & Muerte (I, II y III), donde las referencias que apunto son forzadas a su máxima expresión, a través de cuadros en los que la cuidada calidad técnica no es elemento menor. Notables los cuadros de la serie Encomiendas (varios autores), donde prima la representación simbólica de la trinidad, a través del triángulo invertido y los círculos en que se inscriben los nombres de la trinidad; las líneas-caminos que los unen, registran las palabras “es”, “no es”. Este mismo ideograma es llevado por Valdez a una realización contemporánea, muda, abstracta, solo reproduciendo el esquema geométrico a través de ploteo en el muro y apoyo de espejos de vigilancia, en eficaz extrapolación y sugerencia contemporáneas.
Hasta aquí, las pinturas —el proyecto— que han interesado al MICROMUSEO e iniciado esta colaboración que resulta en la exposición del título. Las pinturas son analizadas e interpretadas : “propuesta pictórica […] transmutada en intervención política y teológica. […] En esa alianza y lucha se actualizan los planteamientos de una musealidad mestiza (planteando) la desjerarquización violenta del arte en su reintegración fecunda a la más amplia cultura material de la que forma parte”, declara Buntinx. El resultado es una prolija búsqueda de raíces y testimonios antropológicos y estéticos, centrados en la tríada como constante.
– II –
En la declaración de propósito y toma de partida para la decisión museológica con la que se ha encarado el proyecto, se manifiesta la opción por un tratamiento mestizo y promiscuo, a la vez que una intención clara, definida, por la negación de toda caracterización jerarquizada o elitista para la producción artística, llevando esta iniciativa al rechazo de los términos “artista” y “artesano” asignados a sus productores, para optar por “artífice”, que abarcaría las definiciones tradicionales para ambos.
En cuanto al análisis que la muestra propone, podríamos decir que el punto de más fuerte presencia es la superposición de iconografías, tanto del pasado como el presente, religiosas y laicas, documentales o doctrinarias, locales o importadas, siempre teniendo como fondo o patrón de estructura compositiva, las imágenes propias de una tradición occidental, ligada a la ilustración del dogma católico, sobre el que se inscriben fotogramas de la realidad inmediata y contemporánea. Violencia, enfermedad, tortura, hambruna, sufrimiento difundido; son temas recurrentes, presentados con dramatismo exaltado, así como el diálogo entre los modos semánticos de esa historia y los nuevos códigos de la tecnología actual. Todo esto, desplegado en la obra de Ángel Valdez.
Pero además de este discurso impactante, la curaduría se ha internado en la presencia valiosa y constante de la tríada, símbolo por antonomasia del dogma de la trinidad católica, tan bien graficado en la pieza colonial presente. A partir de ella, esta misma iconografía trinitaria es representada, sintetizándola en el triángulo y los círculos de sus vértices, que son imagen central de algunas piezas artesanales (no quisiéramos utilizar el término “artificiales”), que como numerosas otras obras expuestas, ilustran sobre la presencia, vigencia y poder de la tríada o la triple representación, desde el ceramio precolombino hasta el título de una obra literaria de César Calvo, por ejemplo.
Y ésta es la zona donde lo antropológico destaca sobre el discurso anterior, apartándose imperceptiblemente del mensaje original de Valdez. Apartamiento que enriquece, porque de este despliegue cuidado e inteligente, queda la vocación por mayores descubrimientos, la búsqueda por encontrar significados más trascendentes y connotaciones más universalistas. Quizás fuera del propósito de los responsables.
Desde los trigramas chinos para la auscultación del destino, hasta la construcción esquemática de formas, siempre compuestas por tres elementos, simbolizando “el ternario o la constitución triple del hombre: cuerpo, alma y espíritu, o del mundo: universo físico, universo inteligible o intelectual y universo espiritual o trascendente”, según L.Charbonneau-Lassay, que ya se encontraba en el período druídico o galorromano, hasta los graffiti templarios, y tantos hallazgos en las más diversas culturas a través del tiempo, confirman el carácter místico del número y del triángulo que lo representa, que según Eliade, es “imagen del origen o punto irradiante, [..y] con el vértice invertido, símbolo del agua”. Con relación a este último, agrega: “se considera equivalente al corazón por su forma y puede sustituirlo simbólicamente, sobre todo según su situación, si está en un centro”. Símbolo ancestral que, por su fuerza, está innegablemente ligado a relaciones de poder.
Una propuesta poco habitual y, sin duda, provechosa.
(Élida Román)