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EL INMENSO PODER DEL SINPODER ABSOLUTO

Una solitaria bloguera
desestabiliza a la dictadura cubana

Revolución en la revolución (II)

Gustavo Buntinx

21 de noviembre

2009

Impresionante: la dictadura cubana no encontró mejor manera de responder al solitario reto de una discusión verbal en la vía pública que movilizando a sus propias organizaciones regimentadas para hostigar al disidente y reprimir cualquier posibilidad de intercambio libre o de debate.

Resumen: el 6 de noviembre, casi a vísperas del vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín, la bloguera cubana Yoani Sánchez fue brevemente secuestrada y golpeada por presuntos agentes encubiertos del régimen, en represalia aparente por el contenido crítico de sus comunicaciones electrónicas y en circunstancias en que se dirigía a una manifestación por la paz y la libertad de opinión (causas “contrarrevolucionarias” para el paraíso socialista). Como respuesta no violentas a esa agresión, informa el periódico español El País, Orlando Escobar, esposo de Yoani, “retó a un ‘duelo verbal’ al seguroso que golpeo a su mujer, un tal ‘agente Rodney’. La cita era el 20 de noviembre a las 17.00 en la misma esquina de la ciudad [en que Yoani fue agredida], pero días antes fue convocado en el lugar un Festival Universitario del Libro y la Lectura. La cosa acabó como se sabe”: es decir, con el espacio público bloqueado por cientos de secuaces del gobierno “que zarandearon al bloguero con saña e impunidad”. Orlando Escobar, dicho sea de paso, es un hombre mayor que frisa ya los 62 años de edad.

Cuelgo abajo el video que registra parte de esos hechos. Particularmente revelador y patético allí es el lema coreado con insistencia por los agitadores oficiales: “esta calle es de Fidel”. ¿Para convertir a un país entero en propiedad de un caudillo vitalicio (y de una dinastía familiar) es que se brindaron tan heroicamente tantas vidas ejemplares? La ilusión y la promesa revolucionarias parecieran hoy encarnarse más bien en quienes, como Yoani y su esposo Orlando, enfrentan desde la precariedad total a un poder totalitario que ni siquiera admite la posibilidad de una confrontación de palabras. Cualquiera sea el emblema bajo el que se justifiquen esas opresiones ellas identificarán siempre a un sistema fascista.

Fascista: atención a la otra, torpísima, consigna voceada a gritos por el capataz de esa manifestación “espontánea”: “con este muro no van a acabar”, en alusión evidente al Muro de Berlín cuya caída por la presión popular de las masas alemanas es una de grandes gestas liberadoras de nuestros tiempos. Bien podrían vociferar “vivan las cadenas”.

Reitero la inquietud planteada en mi post del 11 de noviembre sobre el tema: ¿cuántos de los que hoy reclaman una transformación progresista en nuestras sociedades tolerarían no poder publicar siquiera un fanzine propio, no poder mantener sin graves costos y riesgos personales un blog crítico, no poder optar por más de una opción partidaria al momento de elegir y ser elegidos? Aunque se multiplican las respuestas personales a ese requerimiento, pocas de ellas optan por hacerse públicas. Destaco ahora la intervención de Miguel López, publicada el 14 de noviembre en su bitácora Arte Nuevo.

Estas y otras actitudes me despiertan la fantasía romántica de una nueva y distinta revolución en la revolución, por utilizar la frase de Régis Debray subvertida en el título del post mío anteriormente mencionado: una red crítica en la web que efectivamente contribuya a terminar con esta y otras tiranías que hoy tergiversan y empantanan las luchas legítimas por la emancipación y la ciudadanía total en América Latina. Hay un enorme aliento para ello en ejemplos como el de Yoani: la serena rebeldía de una cubana infinitamente débil, radicalmente digna, provoca el temblor y la agitación del aparato estatal en toda su omnipotencia y dogmatismo.

El inmenso poder del sinpoder absoluto

(Gustavo Buntinx)

 

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