LU.CU.MA.
APOCALIPSIS
Catástrofe y redención
en Revolver Galería
07 de agosto
2014
Lu.Cu.Ma.
Laocoonte
2014
Látex satinado sobre muro / 342 x 407 cm
CATÁSTROFE Y REDENCIÓN
EN REVOLVER GALERÍA
Este viernes 08 de agosto, a las 8 de la noche,
MICROMUSEO inaugura en Revolver Galería
una nueva exposición de Lu.Cu.Ma.,
“acaso la figura más extrema del arte peruano”,
al decir del texto que acompaña la muestra.
Surgidas de los presidios y las calles populares de la amazonía,
sus obras fueron expuestas por primera vez en Lima en 2002,
recorriendo luego espacios internacionales
como el de la Bienal de Valencia
y la Trienal de Chile.
E incluso motivando dos retrospectivas,
organizadas por MICROMUSEO
en la Sala Luis Miró Quesada Garland de Miraflores (2003),
y el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile (2009).
Amplia trayectoria a la que las pinturas ahora reunidas
aportan una culminación escatológica.
A las 10 PM la inauguración devendrá fiesta
al tecnotropical ritmo de
Elegante & La Imperial
La curaduría está a cargo de Gustavo Buntinx y Giancarlo Scaglia.
A continuación el ensayo redactado para la ocasión
por el primero de ellos.
LU.CU.MA.
APOCALIPSIS
Anunciando catástrofes y redenciones, Lu.Cu.Ma.viaja otra vez en MICROMUSEO para asaltar ahora los muros de Revolver Galería. Literalmente, pues sus iconografías sobrecogedoras desbordan no sólo las telas y los carteles y los cascos expuestos, sino además la propia pared principal de la sala, trastornada por un mural apocalíptico de radical significación artística: la dramática imagen griega del troyano Laocoonte y sus hijos, devorados por la serpiente mítica que la pulsión del pintor transfigura en bestia apocalíptica. O en amaru andino. O en yakumama amazónica.
El modelo esencial de la sobria estética neoclásica es así sobregirado por un neobarroco delirante y popular. Un desborde pictórico y político que además incrusta en la composición personajes de la Revolución Cubana, fusionando al Che Guevara con una Mona Lisa insólitamente guerrillera. O a Leonardo da Vinci con un Dios Padre (“del Arte”) vertiendo lágrimas de sangre: esa otra materialidad plástica.
Lu.Cu.Ma.
Leonardo, Padre del Arte y Che / Mona Lisa
(detalles del mural Laocoonte)
2014
Lu.Cu.Ma.
Allende versus Pinochet
2014
Esmalte sobre tela / 205 x 295 cm
Una materialidad mestiza, promiscua, polisémica, que en toda esta muestra hilvana coherencias excéntricas desde los referentes escatológicos del Libro de Revelaciones en el Nuevo Testamento bíblico. Dragones y culebras, incendios y ejecuciones, sirven de escenario alucinado para un repertorio de personajes sometidos al Juicio Final de la historia y del arte. Hitler y Stalin, Abimael o Bin Laden, Allende vs. Pinochet. Marx “tropicalizado”…
Lu.Cu.Ma.
(Izq.) Tropicalizando a Marx
2014
Esmalte sintético sobre madera
(detalle de cartel publicitario del taller del artífice)
(Der.) Che sobre Marx
2013
Esmalte sintético sobre tela / 220 x 74 cm
Y, en una gigantesca pieza excepcional, Cristo-Lu.Cu.Ma. oficiando la Última Cena para nuestros presidentes últimos: “ladrones con corvata [sic]” devorados por las serpientes en que al otro lado se transforman los cuerpos tasajeados de un grupo de presidiarios, dispuestos a impartir justicia. Verduguillo en mano.
Lu.Cu.Ma.
La Última Cena
2013
Esmalte sintético sobre tela / 205 x 480 cm
(Cuadro completo y detalle central)
Atención a la carga personal de estas justicias poéticas. Luis Cueva Manchego, más conocido como Lu.Cu.Ma. o el Chacalón de la pintura, es acaso la figura más extrema del arte peruano: un ex-convicto cuyo profuso historial de orfandad y crímenes encuentra espacios de redención en la revelación mística y en un espléndido pero desconcertante ejercicio de la pintura. En el torturado entrelazamiento de ambas emociones desbordadas.
Del puñal al pincel, como rezaba el título escogido para la retrospectiva de Lu.Cu.Ma. organizada por MICROMUSEO en 2003. Esa frase letánica con que el propio artífice resume una trayectoria que pareciera somatizar nuestros traumas sociales del modo más íntimo y desgarrado. Tras décadas de reclusión en psiquiátricos y cárceles, Lu.Cu.Ma. regenera su existencia mediante una praxis ambulatoria de la pintura en las calles de Iquitos, la tecno-tropical capital amazónica donde violentamente se acumulan muchos de los sentidos más vibrátiles de la (post)modernidad popular. Como en la propia obra de Cueva Manchego se alterna la rutilancia de los letreros comerciales con autorretratos alucinados e imágenes religiosas de extraña intensidad. Devociones, crímenes y castigos, se yuxtaponen con las imágenes políticas más conflictivas y contradictorias.
Lu.Cu.Ma y Christian Bendayán
Del puñal al pincel
2003
Serigrafía sobre papel / 61.3 x 86.5 cm
Impresión: Elliot Túpac / Visual Urcuhuaranga S.A. (VIUSA)
La violencia y lo sagrado, lo comercial y lo artístico. Carteles que son también cuadros. Pinturas que son oraciones. Imágenes caligrafiadas, textos pictóricos. Subversiones políticas y teológicas, articuladas en una obra tan marginal como representativa. Pues desde la radicalidad de esas incoherencias asoma la posibilidad de una coherencia nueva, una sintonía involuntaria con los quiebres y forzadas recomposiciones de las existencias peruanas.
Laocoonte o sobre los límites de la pintura y de la poesía, es el título del libro fundacional con que en 1766 Gotthold Ephraim Lessing estructura el nuevo canon neoclásico de la naciente modernidad europea. Sin necesidad alguna de saberlo, el ultraperiférico Laocoonte de Lu.Cu.Ma. viene no a perturbar sino a desquiciar todo ese orden apolíneo. Una armonía de apariencias puesta literalmente fuera de quicio mediante la erotización retorcida del tánatos que emerge entre las fisuras negadas de nuestra contemporaneidad hecha pedazos.
Pero casi siempre desde una ilusión redentora. La pintura no es aquí un mero oficio, sino una misión divina. Un batallar cotidiano por la subsistencia y por la Salvación. Y un imperativo expiatorio en el que abiertamente se transgreden las prescripciones evangélicas contra el santoral y la devoción mariana. “Me gusta pintar santos porque he sido un demonio”, se justifica Lu.Cu.Ma, “para restituir lo que yo era de negativo”.
El negativo fotográfico en el que la sociedad se revela, es cómo la chilena Diamela Eltit interpreta y presenta la oralidad esquizoide de un delirante callejero que en Santiago se hacía llamar El Padre Mío. En cambio Lu.Cu.Ma. pareciera fantasearse como el Hijo Nuestro. Sacrificial: todo lo que en él es legible como síntoma se ofrece también como sanación. Apocalíptica.
Dorada apocalypsis (Domingo de Ramos).
(Gustavo Buntinx)