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MARCANDO TERRITORIO


Ensayo al alimón para la exposición de Giancarlo Vitor
en la Galería Lucía de La Puente

Gustavo Buntinx / Susana Torres

16 de septiembre

2014

Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela / 54 x 120 cm, aprox.

PREVIO

Hasta este 7 de octubre permanece
en la Galeria Lucía de La Puente,
del distrito limeño de Barranco,
la última exposición individual
de Giancarlo Vitor.

Una muestra sutilmente perturbadora,
por razones que pretende insinuar
este breve texto, acometido
por Susana Torres y Gustavo Buntinx.

Al alimón.

(La redacción conyugal).

 


MARCANDO TERRITORIO

Hay una polisemia inquietante en la palabra y en el concepto mismo de territorio. Puede ser un área determinada por un Estado, pero también, de manera más esencial, por una persona. O por un simple animal.

Es un espacio a veces demarcado. Marcado siempre.

En sus últimas obras Giancarlo Vitor trabaja esa territorialidad como experiencia de lugar, pero desde una condición periférica. En un sistema de las artes del que se siente cada vez más extrañado. Y en una circunstancia vital que lo asedia: la de su vivencia amenazada en la chacra familiar que le servía de vivienda, y ahora de taller, en los campos crecientemente amagados de Cieneguilla. Las afueras de nuestra caótica Lima, la capital de un país centralista pero descentrado, sin otra ley y orden que la especulación y las corrupciones interminables propiciadas por la incompetencia estatal y la anarquía generalizada. Con nuestros valles otrora espléndidos convertidos ahora en barriadas y botaderos clandestinos.

En el camino es la naturaleza misma la que se desnaturaliza. Como de manera análoga lo hace también la experiencia artística, devorada por su propio éxito bajo los nuevos términos mercantiles impuestos desde la revolución capitalista que trastorna a nuestro país.

Son esos trances los que habitan las producciones nuevas de Vitor. Su cotidianeidad, pero también su arte, sobreviven entre constantes negociaciones y tensiones. Su arte, pero también su vida, orbitan en el descentramiento. Una oscilación excéntrica en torno a esos ejes que llamamos “ciudad”, “campo”, “centro”, “periferia”, “cultura”, “natura”, “modernidad”, “postmodernidad”…

También “estilo”, o “tendencia”: en un giro de sutil resistencia, esta exposición de Vitor deriva hacia sugerencias indefinidas su hiperreal talento para la pintura exacta. Con resultados perturbadores por su ambigüedad.
  

Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela / 120 x 210 cm

El tiempo detenido de un reluciente auto desmantelado —que, no obstante, podría asociarse con la serie policial “Starksy y Hutch”. O la poesía austera del cactus dejado como ofrenda en una “animita”, una tumba carretera —cuya inscripción, sin embargo, remite al protagonista de otra serie local, el ya mítico detective Gamboa de los años ochenta. Los años de la guerra.
  

Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela / 50 x 50 cm

Restos de una infancia dislocada, y recuperada ahora por sus libres asociaciones con instantáneas de un presente también ominoso. Según la mirada.

Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela / 25 x 16 cm

Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela / 12 x 19 cm

Como en las insinuaciones opuestas de una encendida puesta de sol entre los árboles. Que es también una llamarada. Gente acechante en las colinas, resplandores lejanos. Y algo turbio —acaso un cuerpo— que asoma entre las aguas. O la belleza árida de los cerros de Lima, trastocada por el perfil vigilante de las esteras y siluetas lejanas que anuncian los avances de la especulación inmobiliaria. Una naturaleza sitiada por el gran capital que disimula sus avideces organizando el teatro de la carenciahabitacional.

Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela / 30 x 30 cm

Y desde el corazón de todo ello, la novia aparente (su esposa) que en un cuadro contempla y cela la escena idílica del niño (su hijo) explorando la arboleda. Mientras en otra pintura ella empuña rígida la carabina. Sin desprenderse de su albo traje nupcial. Con destellos blancos que la vegetación del fondo parece extremar.

Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela / 150 x 150 cm

Es significativo el que esa mujer evite siempre nuestra mirada. Y se ubique en un desdibujado umbral. (Hay una comparación inevitable con las fotografías sobrecogedoras de las ronderas ayacuchanas, tomadas en 1997 por Paul Vallejos para la revista Caretas).

Paul Vallejos (revista Caretas)
Rondera
1997 (impresión: 2009)
Fotografía analógica en impresión digital
sobre papel sobre celdex

Son probablemente varias las historias, personales y sociales, encriptadas en la polisemia de imágenes tan intensas. La violencia y la belleza de estos cuadros de Vitor es la de una condición fronteriza. Vivir y habitar el margen. De la polis y de la policía. Pero asimismo de la institución y de la moda. Y de las tendencias artísticas.

También el circuito plástico es una ciudad incierta, un orden arbitrario y ajeno que te succiona y desaparece con sus constantes demandas de renovación, de celeridad, de actualidad. Pero nada más actual que lo atemporal de lo propio. Y lo pausado. Las acumulaciones lentas de una pintura y una naturaleza y una condición humana arrinconadas. Existencias en el borde, al borde. De la extinción y del olvido.

Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Aided ready-made / 130 x 340 cm, aprox.
(cincuenta y cinco desechos encontrados y recortados
en formatos aproximados de 20 x 20 cm, cada uno)

Contra esa condena Vitor crea. Se atrinchera y espera. Y, como los animales, marca territorio. Con los desechos y excrementos de sus obras. A veces fácticamente: es quizá una trama urbana, pero también una cerca, la secuencia de “losetas” logradas con pulcros recortes de los desperdicios que transforman nuestroscampos en basureros. Y en dos piezas cruciales el artífice utiliza como materia primordial la bosta producida por las vacas de su chacra. Mierda arrojada como arte al sistema finalmente escatológico de las artes.

Giancarlo Vitor
Bullshit
2014
Bosta de vaca con germinados de lechuga, malla interior de alambre /
/ 400 x 300 cm, aprox.

Bullshit…, rezan las letras así esculpidas por uno de esos trabajos. Hay allí, claro, una tautología irónica. Pero sobre todo una réplica —literal y figurada— a los mandatos del arte conceptual, hoy instrumentalizado por el mercado que antes ese arte pretendiera desquiciar: como complemento preciso de esta textualidad plástica, Vitor modela con la misma técnica una cabeza académica de Marcel Duchamp. Trastornada por el golpe seminal de la pintura blanca lanzada sobre la materia fecal. Leche y mierda (Bernardo Bertolucci, Il Novecento).

Giancarlo Vitor
R. Mutt
2014
Bosta de vaca, malla interior de metal, pintura látex, madera /
/ 80 x 40 x 40 cm, aprox.

Una materialidad que nos impacta por sus elocuencias múltiples. Sus ambivalencias. Las heces son también abono, como nos lo recuerdan los brotes vegetales que ya germinan desde estas piezas. Y eventualmente las desintegrarán.

Giancarlo Vitor
Bullshit
2014
(Detalle)

Las heces son también abono. Y la basura puede ser un sedimento. Ese abandono desde el que se construye una permanencia.

Lo relativo, finalmente, de todo.

Bullshit: sólo el desecho es real.

Palabrerías todo lo demás.

(Susana Torres / Gustavo Buntinx)

Giancarlo Vitor
Instalación de las obras R. Mutt y Bullshit
en la Galería Lucía de la Puente
2014
Postdata

Palabrerías, también, quizá, las de este texto. Pero atención a sus texturas.

Y las de las obras que lo impactan. Como la belleza desconcertante del mosaico construido por Vitor con los restos de nuestra opulenta miseria (post)industrial. Y (sub)urbana.

Fragmentos irregulares pero homologados por una mirada estética que es a la vez social. Rótulos carcomidos, grafitis truncos, envases seccionados, circuitos descompuestos. Vinilos sin surcos (precisamente). Y, en varias significativas ocasiones, fragmentos de las precarias carrocerías que revisten la inseguridad estructural del transporte informal. Con sus “rutas” inciertas, todavía visibles sobre las latas herrumbradas.

La utopía y ruina de esas rutas es también la de estos rescates. Descartes múltiples cuya dispersión de formas seductoras se ve paradójicamente exaltada por la grilla que las analoga bajo el formato racional de una estricta secuencia de cuadrados.

Cuadros sensoconceptuales: una textualidad nueva asoma desde la yuxtaposición inconexa de texturas opuestas. Maderas, mimbres, fierros, cementos. Todo roto siempre todo.

El desmonte de nuestra (post)modernidad hecha pedazos.

El cruce “subdesarrollado” de lo popy lo minimal y lo informalista.

Materia material (Carlos Cueva).

Ferozmente política.

En clave raigalmente poética.

(GB)

Giancarlo Vitor
Fragmentos de obra sin título
2014
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