ARDE SAO PAULO
Comunicado en apoyo
a la obra censurada
por el tribunal electoral del Brasil
28 de septiembre
2010
El antes y después de la censura ejercida sobre la parte más visible
de El alma nunca piensa sin imagen,
la obra de Roberto Jacoby y la Brigada Argentina por Dilma en la última Bienal de Sao Paulo.
ARDE SAO PAULO
COMUNICADO EN APOYO
A LA OBRA CENSURADA
POR EL TRIBUNAL ELECTORAL DEL BRASIL
La Bienal de San Paulo se erige otra vez en plataforma privilegiada para la controversia política. En varias instancias, pero me detendré aquí tan sólo en la intervención censurada por orden del tribunal brasileño “que consideró el episodio como violatorio de la ley electoral, dada la prohibición de proselitismo en lugares de bien común”, según las informaciones de la agencia ANSA vinculadas a las elecciones presidenciales del próximo domingo 3 de octubre. Todo ello sin tomar demasiado en cuenta que el tema convocante de la bienal entera era, precisamente, “arte y política”. De la adversidad vivimos, decía el artífice carioca Helio Oiticica. También de la contradicción.
Ese dictamen determinó que se cubriera —mediante connotativos papeles de embalaje— el gran díptico infográfico que exhibía sesgadamente las efigies de los dos principales candidatos en la contienda: la oficialista Dilma Rousseff (del Partido de los Trabajadores) y el opositor José Serra (del Partido Social Demócrata). Parte, en realidad, de una obra más compleja que se desplegaba también mediante conferencias, discusiones, etc., así como acciones varias de proselitismo abierto en favor de la candidata del gobierno. Y ahora a través de la polémica que se proyecta interminable en incontables mensajes electrónicos donde no faltan el pleito anecdótico y la querella personal.
Con el ánimo de no prolongar esa agonía (agon también significa lucha en griego) me limito por el momento a reproducir —y suscribir— el comunicado emitido por los principales afectados: el artífice argentino Roberto Jacoby y los miembros de la Brigada Argentina por Dilma, cuyos nombres aparecen más abajo. Ojalá me fuera concedido el tiempo vital necesario para desconstruir la obra no en sus apariencias (ya ampliamente discutidas) sino en sus efectos mediáticos. Que son, claro, parte constitutiva y programática y crucial de ella.
Otro tema a ponderar son lo que a veces llamo las estrategias de la literalidad en el arte político de América Latina. Pero atención además a la paradoja (contradicción aparente) y la ironía de que la censura sea ejercida sobre una postura que favorece al partido en el poder. También allí hay que re-flexionar la teoría de la contradicción.
A continuación el comunicado.
ARDE SAN PABLO
El fantasma de la política en la Bienal
“La 29º Bienal de San Pablo está anclada en la idea de que es imposible separar el arte de la política”. A tenor de lo sucedido en las últimas 48 horas, hay serios motivos para dudar de la honestidad de esta declaración.
La obra de la Bienal de San Paulo que promete ser la más interesante no ha sido realizada por ningún artista, sino por la propia institución cuando ordenó cubrir unos imponentes paneles con papel de embalar, para impedir que puedan verse dos ampliaciones fotográficas: el rostro amistoso y atractivo de Dilma Rousseff frente al gesto agrio de José Serra, su opositor socialdemócrata en las elecciones a la presidencia de Brasil.
La obra propuesta por el argentino Roberto Jacoby ha consistido en socializar su espacio para que sea gestionado por una Brigada Argentina por Dilma que se dispuso a diseminar abiertamente propaganda favorable a la candidata del Partido de los Trabajadores en sucesión de Lula, apostando a ser parte del momento histórico excepcional de unidad, solidaridad, redistribución y democracia que se abre en América Latina.
De acuerdo con la —poco convincente— justificación hasta ahora emitida por la Fundación Bienal de San Pablo, un informe de la Procuraduría Electoral General habría decretado que la obra incurre en un “delito electoral” por quebrantar la Ley que impide la “vehiculación de propaganda de cualquier naturaleza” en espacios cuyo uso dependa de los poderes públicos. Sin embargo fue la propia Bienal la que concurrió a sede judicial para denunciar la obra que habían invitado.
Uno de los curadores de la Bienal, Agnaldo Farias, ha declarado a la prensa que “no podemos contestar la decisión de la justicia, porque corremos incluso el riesgo de que nos lleven presos. Si hubiésemos conocido de antemano que se trataba de Dilma, sabedores de que habría habido problemas, hubiéramos avisado al artista”. El argumento de los curadores de que habrían “sido sorprendidos” por el desarrollo de la pieza no se sostiene, ya que la misma fotografía censurada figura tanto en el catálogo de la Bienal como en su sitio web.
A esta afirmación pusilánime no se puede sino responder con una pregunta: ¿qué piensa que convoca un curador de arte establecido cuando invoca la palabra “política”? Más allá de este caso puntual, no son infrecuentes las propuestas curatoriales que apelan a la relación “arte y política” para exhibir cementerios documentales o retratos de pobres o raros distantes. Esta obra política de Jacoby se opone eficazmente a esta despotenciación del arte político que ejerce actualmente el institucional
Pero ¿qué sucede cuando un artista se toma en serio la necesidad de convertir un espacio artístico en un espacio público, para producir confrontación política —y no falso consenso— en tiempo real y en el mismo vientre del sistema del arte? El alma nunca piensa sin imagen —que así se titula la obra— consiste en algo más que la propaganda electoral favorable a Dilma: el espacio de la muestra asignado a Jacoby se transformó además en una máquina de producir antagonismo entre opiniones diversas, tomando partido e imponiendo al establishment artístico implicarse en una discusión sobre el hecho constatable de que, en un espacio geopolítico como América latina, existe hoy más experimentación, más creatividad y —en definitiva— más esperanza en el área de la política y de lo político —desde las estructuras institucionales hasta el campo de los movimientos sociales— que en el sistema del arte contemporáneo.
Jacoby participa en la Bienal por partida doble, pues integró asimismo el colectivo de artistas, sociólogos, militantes de varias ciudades que en 1968 produjo la histórica Tucumán arde, documentada erróneamente —y se trata de un síntoma grave y elocuente— en el web de la Bienal como una obra del Grupo de Arte de Vanguardia rosarino. Ésta fue clausurada en la central obrera en Buenos Aires, bajo presiones militares durante la dictadura del general Onganía: su provocación consistía en desbordar el sistema del arte para abrazar el movimiento de protesta social en contra del sistema vigente. A la inversa, El alma nunca piensa sin imagen parece haber sido censurada por instalar en el centro del sistema del arte una a favor de un proceso extraartístico que sucede en la institución política. La Brigada Argentina por Dilma nos lo expone como algo mucho más real —porque resulta más imperfecto y complejo al fin— que la pulcritud inmaculada con que habitualmente brilla la palabra “política” en los textos curatoriales.
Buenos Aires / San Pablo, 23 de septiembre de 2010
Integran la Brigada:
Adriana Minoliti, Alejandro Ros, Ana Longoni, AlinaPerkins, Cecilia Sainz, Cecilia Szalkowicz, Daniel Joglar, Fernanda Laguna, Francisco Garamona, Florencia Hipolitti, Paula Bugni, Hernán Paganini, Javier Barilaro, José Fernández Vega, Julia Ramírez, Kiwi Sainz, Laura Escobar, Lidia Aufgang, Lucas Rubinich, Mariano Andrade, Mariela Scafati, Mariela Bond, María Granillo, Nacho Marciano, Roberto Jacoby, Santiago Villanueva, Syd Krochmalny, Tomás Espina, Víctor Florido, Victoria Colmegna.Adhieren
(nuevas adhesiones: elalmanuncapiensasinimagen@gmail.com):Marcelo Expósito (Barcelona/Buenos Aires).
Gachi Hasper (Buenos Aires)
Diana Aisenberg (Buenos Aires)
Cecilia Sainz (Buenos Aires)
Federico Geller (Buenos Aires)
Helena Chávez (México)
Fernanda Nogueira (Sao Paulo)
Miguel López (Lima)
Francisco Reyes Palma (México)
Marina de Caro (Buenos Aires)
Octaviano Moniz Barreto (Bahia)
Damián Ríos
Inés Patricio (Rio de Janeiro)
Hugo Salas
Guadalupe Maradei (Buenos Aires)
Federico Brollo (Buenos Aires)
Hugo Vidal (Buenos Aires)
Leo Ramos (Resistencia)
Ramiro Larraín (Buenos Aires)
Inés Martino (Rosario)
Compartiendo Capital (Rosario)
David Gutiérrez Castañeda (México/Bogotá)
Hernán Rodolfo Ulm (Argentina)
Beba Eguía (Buenos Aires)
Ricardo Piglia (Buenos Aires)
Mariana Serbent (Mendoza)
Laura García Hernàndez
Magdalena Jitrik (Buenos Aires)
José Curia
Leandro Katz (Buenos Aires)
Adrián Pérez (Buenos Aires)
Eduardo Grüner (Buenos Aires)
Carolina Senmartín (Còrdoba)
Mariana Botey (México)
Carlos Aranda (México)
Daniel Duchowney (Argentina)
Aldo Ambrozio (Brasil)
Carlos Banzi (Argentina)
José Luis Meirás (Buenos Aires)
Gabriela Nouzeilles (Princeton)
LíaColombino (Asunción)
Museo del Barro (Asunción)
Taller Crìtica (Asunción)
Fernando Davis (Buenos Aires)
William López (Bogotá)
José Ignacio Otero (Buenos Aires)
Leonardo Retamoso Palma (Santa María)
Emilio Tarazona (Lima)
María Cristina Pérez (Rosario)
Gustavo López (Bahía Blanca)
Marcelo Diaz (Argentina)
José Luis Tuñón (Comodoro Rivadavia)
Carlos Dias (Brasil)
Claudia del Río (Argentina)
Juan Manuel Burgos (Còrdoba)
Marcos Ferreira de Paula (Sao Paulo)
Amalia Gieschen (Argentina)
Suely Rolnik (Sao Paulo)
Cristina Ribas (Rio de Janeiro)
Gustavo Marrone (Barcelona)
Marcelo Novoa
Darío Corbeira (Madrid)
Mane Adaro (Chile)
Cuauhtémoc Medina (México)
Clemente Padín (Montevideo)
Diana Laurencich (Buenos Aires)
Saulo di Tarso (São Paulo)
Jorge Gaggero (Buenos Aires)
Víctor Costales (París/ Quito)
Claudia Crea (Buenos Aires)
Victoria Sacco (Buenos Aires/Barcelona)
Bernadette Siqueira Abrão (Brasil)
Enrique Aguerre (Montevideo)
Rosalía Maguid
Rosario Güiraldes (Argentina)
Tania Bruguera
Ana Tiscornia
Halim Badawi (Bogotá)
Emilia Casiva (Córdoba)
Pablo Andrés Carvajal (Rancagua, Chile)
Andrea Giunta (Buenos Aires)
Fabricio Caiazza (Rosario)
Víctor de Zavalía (Buenos Aires)
Néstor Martínez Celis (Colombia)
Gabriela Gabelich (Rosario)
Diego Petrate (La Plata)
Ariel Gerardo Luquez (La Rioja)
Ana Gallardo (Buenos Aires)
Ana Laura Rivara (Buenos Aires)
Damián Selci (Buenos Aires)
Analia Regue (Rosario)
Grupo Analítica (Colombia)
Mayra Rojo (México)
Gene Ray (Berlin)
Franco Ingrassia (Rosario)
Bojana Piskur (Ljubljana, Slovenia)
Miguel Andrade Valdez (Lima)
Oscar Salamanca (Pereira, Colombia)
Alicia Benítez
Raul Antelo (Florianópolis)
Ricardo Arcos-Palma (Colombia)
Jimena Ferreiro (Buenos Aires)
Francisco Godoy (Madrid)
Teresa Velázquez (Madrid)
Fernando Pertuz (Colombia)
Luciana Ponte
Rachel Weiss (Chicago)
Maria Gabriela de la Cruz (Buenos Aires)
Roberto Amigo (Buenos Aires)
Rodrigo Peiretti (Buenos Aires)
Gustavo Buntinx (Lima)